'Orgullo de todas, todos, todes'. Por una España feminista y diversa». Patético y burlón el lema del último cartel del Orgullo 2021, con el que se ha querido homenajear al activismo LGTBI. Son absolutamente despreciables y cuestionables los vocablos que la señorita Igualdad se marca sin ningún tipo de impunidad, en aras de la defensa de un lenguaje inclusivo. A la hoguera con ese nuevo diccionario que la ministra Montero trata de implantar en la sociedad española, avalada por la bandera de un Ministerio que debería llevarse el premio a la administración más destalentada de la historia de este país, con manifestaciones tan fuera de lugar como la de que «el masculino neutro es político y sirve para decir a las mujeres que no valemos para las cosas importantes».

Muy señora mía, soy mujer, y en absoluto siento que se me discrimine, se me infravalore o menosprecie empleando la fórmula del masculino neutro. El lenguaje es muy importante, y el cómo se expresen las ideas y los conceptos, por supuesto, fundamental para evitar la manipulación, el direccionamiento, el adoctrinamiento e inclusive el maltrato individual y social, pero sin duda alguna, son mucho más relevantes las formas y los hechos. Que me digan que hay que ir a oficializar expresiones del tipo «niño, niña, niñe, porque lo que no se nombra no existe», o pretender que empleemos el término «hije» para denominar a las personas no binarias, aquellas que no se clasifican como hombre o mujer, «pero que también existen», eso ya es el colmo.

Hablemos de PERSONAS, pero no de personas binarias (hijos o hijas) o no binarias (hijes), y por favor, no dejemos atrás las pautas académicas. Abajo el «escuchades», arriba los corazones. No perdamos el norte.