No es solo en Afganistán sino en todas partes donde persisten las dictaduras, por feroces que sean. En Kabul ha caído el velo de las buenas intenciones que ha teñido la política exterior occidental durante los últimos decenios. La evacuación de Kabul emite una inequívoca señal universal dirigida a todos los dictadores del mundo: persistid en la conculcación de los derechos humanos; barra libre sin límites con la única condición de no poner en peligro la seguridad del primer mundo.

Estábamos advertidos. Las negociaciones con Corea del Norte o con Irán nunca incluyeron mejoras en las condiciones de vida de los ciudadanos o en el respeto a las libertades. El único objetivo era y es que dejen de ser una amenaza como potencias nucleares. Sin duda y aunque no los conozcamos en detalle, los tratos con los talibanes de Afganistán se fundamentan en el siguiente intercambio: vosotros dejad de amparar al terrorismo internacional y a cambio tendréis permiso para asentarse sin injerencias vuestra dictadura y poner en práctica el fundamentalismo islámico más tenebroso.

De Camboya a Bosnia pasando por Ruanda y una larga lista, han sido numerosos los genocidas juzgados por el Tribunal Penal Internacional. Hay razones de peso para temer que a los jueces de esta valiosísima institución se les acaba el trabajo. No porque el mundo sea un lugar mejor o con más respeto a la carta de los Derechos Humanos, sino porque los dictadores y los genocidas se sienten más seguros, impunes de cara a un exterior que no moverá un dedo para detener sus atrocidades. Al contrario, como su única preocupación consiste ya en mantener el poder, los métodos que utilice para ello pueden ser tan crueles como convenga.

Si combinamos la barra libre al despotismo con la deriva autoritaria que sufren tantas democracias que se consideraban más o menos consolidadas, tanto en Asia o América como en la misma Europa, deberemos concluir que el mundo va exactamente en dirección contraria a la indicada en el solemne discurso proclamado por Obama en El Cairo, hace solo 12 años.