Entre los estrenos de la cartelera de septiembre, brilla de manera especial la película francesa Adiós, idiotas, de Albert Dupontel, que arrasó en los últimos premios César del cine galo con un buen puñado de estatuillas: mejor película, dirección, guión original, actor de reparto, diseño de producción, fotografía… Una peluquera con una enfermedad terminal (una estupenda Virginie Efire), un informático con tendencias suicidas (el propio Albert Dupontel) y un archivista ciego con fobia a los agentes de policía (el roba-escenas Nicolas Mairé) forman el estelar trío protagonista de esta excéntrica comedia negra. Tres marginados que se unen fruto del azar y la fatalidad en un redentor viaje, alocado y emotivo.

La película está dedicada a Terry Jones, que falleció en enero de 2020, y cuenta asimismo con una breve intervención de Terry Gilliam, dejando muy a las claras el gusto de Dupontel por el humor absurdo y la desbordante imaginería visual de los Monty Python. La película supone un cóctel singular y extravagante, una divertida tragedia con momentos geniales de inusual belleza, y gracias a su ritmo frenético se pasan volando sus escasos 87 minutos de duración, lo cual es de agradecer especialmente en estos tiempos que parece que todo el mundo necesita dos horas largas para narrar cualquier nadería. La historia atrapa sin ambages y los actores están fantásticos, pero además la calidad de todo su apartado técnico es apabullante: un extraordinario diseño de producción, una fotografía tremendamente cuidada y una delicia de banda sonora, compuesta por Christophe Julien. Mención especial merece la acertada inclusión de la canción Mala vida, de Mano negra, del año 1989, que tan bien ilustra una parte del pasado de la protagonista. Imposible no salir del cine tarareando «Tú me estás dando, me estás dando mala vida».