Eso es lo que han conseguido los del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza. No pero sí.

No hay fiestas pero, oiga, que sí, que hay de todo: ofrenda, cientos de actos que ahora llamamos culturales, ferias, vaquillas, fiestas de la cerveza, los teatros con su programación habitual, no falta ni los espectáculos de revista…

Hacemos como que no pero tenemos hasta un programa que con todo acierto es el programa de las fiestas del Pilar.

Jugamos con la ambigüedad de que cumplimos ese mandato de que no hay fiestas pero organizamos unas por todo lo alto disimulando un poco con eso de los aforos restringidos. Y los de las Cortes entreteniéndose un rato debatiendo que si puede haber fiestas antes finales de octubre. Pobres. Eso sí, se hacen muchos llamadas a la responsabilidad de los ciudadanos.

De esta manera, si en un par de semanas aumentan los casos pues, qué quieren que les diga, la culpa, sí, sí, la culpa, es de los ciudadanos. A nosotros no nos miren. Y en todo caso los de la DGA sabrán, porque para eso han autorizado los aforos. Bateson, un antropólogo, acuñó el concepto de «doble vínculo» refiriéndose a cuando una persona recibe mensajes contradictorios.

Por ejemplo, la madre que invita a su hijo a coger un juguete y a la vez le amenaza ostensiblemente con la mano levantada indicándole que si toca el juguete le cae el manotazo. Bateson relacionaba este mensaje con la esquizofrenia, lo cual puede parecer exagerado, pero es verdad que con muchos mensajes contradictorios parecidos, uno acaba loco.

Pues así estamos: no se pueden celebrar fiestas porque a pesar de las cifras de vacunación no parece prudente, pero nos saltamos las prohibiciones inventándonos un «programa cultural» porque claro, ¿quién se opone a la cultura? Se mueve la economía, porque de eso se trata. Pero ojito, los drones y el helicóptero vigilan… no se pase.