Alumnos universitarios de Michigan, en Estados Unidos, han forzado el despido de un profesor por proyectarles en clase 'Otelo' (1965), de Laurence Olivier. Los chavales se ofendieron al comprobar que al moro de Venecia, de tez negra, lo interpretaba el propio Olivier, de raza caucásica. Lo asombroso es que el profesor puso la película como ejemplo de composición musical, no por el personaje, el actor o por querer mofarse de los negros. A los ofendidos, el valor musical del filme les dio igual: su maestro (un músico chino de 65 años) era un racista. Tampoco les dio por pensar que Orson Welles, Laurence Olivier, Sergei Bondarchuk o Plácido Domingo (en la versión de Franco Zeffirelli) no interpretaron a Otelo por racismo, sino por admiración a la obra de William Shakespeare y por cuestiones artísticas y comerciales de otras épocas.

En Estados Unidos, a esa práctica la llaman 'whitewashing' (blanqueamiento) y consiste en utilizar a actores blancos para interpretar papeles de otras razas. Hemos visto a John Wayne como Gengis Khan, a Marlon Brando y Mickey Rooney como japoneses, a Burt Lancaster como indio apache o a Natalie Wood como puertorriqueña. También hemos visto a personajes blancos interpretados por negros, como Denzel Washington, que fue don Pedro de Aragón en 'Mucho ruido y pocas nueces' (1993), o a Naomie Harris en el papel de Moneypenny: los seguidores de James Bond no nos hemos vuelto locos por ello.

Los ofendidos y su estúpida cultura de la cancelación nos vienen a decir que hay que borrar la historia que a ellos no les gusta. Y mientras escribo esto, leo que The Rolling Stones han decidido no volver a cantar jamás 'Brown Sugar', uno de sus míticos temas. Adivinen por qué razón.