Es de especial relevancia el encuentro que se celebró ayer en el Pignatelli promovido por las patronales de Aragón, Comunidad Valenciana, Cataluña y Baleares, territorios históricos de la antigua Corona de Aragón, y que congregó a los presidentes autonómicos de las tres primeras y a la consejera catalana de Presidencia. La reunión no es solo una interesante declaración de intenciones con una fuerte carga simbólica, sino que puede suponer el refuerzo de unos lazos entre cuatro comunidades con fuertes vínculos históricos, culturales y económicos. La reunión de ayer refuerza una relación necesaria e imprescindible, que se había enfriado notablemente en la última década por las tensiones generadas por conflictos políticos, especialmente a raíz del procés, y algunas diferencias lógicas como los distintos puntos de vista sobre la financiación autonómica que, en cualquier caso, no deben ser obstáculo para cooperar en numerosas estrategias ya en marcha.

Estas cuatro comunidades suman el 34% del PIB estatal, por lo que suponen uno de los motores económicos del país, y solo colaborando de forma conjunta como ya se está haciendo en proyectos logísticos, agroalimentarios y turísticos se puede afianzar esta región económica en un modelo fructífero de desarrollo. Además, no conviene olvidar que estas cuatro comunidades formaron parte de uno de los modelos políticos más importantes de la Europa medieval, con leyes avanzadas para ese contexto histórico y una fecunda tradición cultural que debe seguir afianzándose, por encima de estrecheces de miras, prejuicios, instintos de superioridad y complejos de inferioridad. A Aragón siempre le fue bien cuando miró hacia el Mediterráneo, y así debe seguir siendo, olvidando una década en la que ha habido demasiados menosprecios mutuos y escasa voluntad de entendimiento. Es muy positiva la presencia de Cataluña, aunque lo habría sido aún más si hubiera asistido su presidente, Pere Aragonès, que optó por enviar a su número dos. En cualquier caso, es más que imprescindible recuperar un espacio de diálogo y confianza con la comunidad vecina.

El paso dado ayer es fundamental, pero no debe quedar en una simple foto o encuentro protocolario. Debe profundizarse y tener continuidad en próximas citas, incluso, por qué no, hacerla extensivas a otros territorios que en un momento u otro de la historia formaron parte de esa unidad política llamada Corona de Aragón, como el sur de Francia, o las regiones meridionales de Italia. Encuentros como el de ayer solo tienen conclusiones positivas.