«Dios murió predijo Nietsche, pero aquí está el 'Totus Dei'». Sabio Aute. Tendríamos que preguntarnos por quién sería el 'Totus Dei' del momento. ¿La OMS, la UE, los gobiernos nacionales y locales, los laboratorios farmacéuticos que además de hacer las Américas (más todavía que en décadas pasadas), con la actual coyuntura covid, controlan los designios de la raza humana en el planeta, con vacunas alineadoras y alienadoras?

Lo único que parece claro, es que el que no tenga pasaporte covid, no va a poder cantearse. La UE habla de que no entrará nadie que no esté vacunado, ni nadie que no tenga puesta la dosis de refuerzo (empezaron por los mayores de 60 y sanitarios, hoy es un hecho que el tercer banderillazo va para todos, pues Europa quiere limitar a 9 meses la validez del certificado). Y ahora, ya está autorizada también la vacunación de los niños entre 5 y 11 años con la Pfizer, aunque la Moderna anda untando por fuera a la OMS para hacerse el hueco. ¿A cuántos más pinchacitos inofensivos pretenden someternos, tantos como los necesarios para anular nuestra voluntad? El negocio del siglo. El miedo, como limitador de libertades y voluntades. El remedio, como herramienta de control y manejo de la población. Y el pasaporte, como instrumento de sometimiento y segregación.

Lo peor de todo es cuando les toca a unos pobres currantes como los hosteleros hacer de policías de un sistema podrido, y tener que certificar la veracidad del documento, sin medios para hacerlo, y por supuesto, sin competencias jurídicas para solicitar la identificación del sujeto y comprobar que el que presenta el certificado es la misma persona que desea entrar en el local. ¿Qué más nos puede pasar? Bienvenidos al infierno del pasaporte covid, auténtico o falso.