El uso obligatorio del pasaporte covid en Aragón para acceder al ocio nocturno, a conciertos y a otros eventos sociales ha conseguido ya más que las campañas de sensibilización desplegadas por el Gobierno de Aragón. El mismo día en que entraba en vigor se administraron más de un millar de vacunas entre los reticentes a ser inoculados y los centros de salud registraron un inusual aumento de peticiones del pin necesario para descargarse el documento.

Pero esta circunstancia, que parece demostrar el efecto desactivador de «las bombas de relojería» que según el presidente aragonés, Javier Lambán, son los no vacunados, no ha alejado las dudas legales que desde su implantación en Europa para viajar, ha generado entre los defensores más acérrimos de los derechos y libertades individuales.

Ayer mismo, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) denegó las medidas cautelarísimas solicitadas por los empresarios del ocio nocturno y dos asociaciones que se autodenominan defensoras de la libertad y que van recurriendo las decisiones de los gobiernos autonómicos que aplican el salvoconducto covid. La Sala de lo Contencioso lo hizo porque no considera que la suspensión cautelar solicitada sea tan urgente como para no tener en cuenta a las otras partes implicadas, es decir, el Gobierno de Aragón y la Fiscalía. Pero no por que le dé garantía jurídica a una medida que puede vulnerar derechos fundamentales y pone en manos de terceros, –un vigilante jurado, un camarero o el dueño de una sala de fiestas-- datos personales que se acumulan en los dispositivos y sobre los que se desconoce su tratamiento posterior.

La administración sanitaria aragonesa llevaba semanas en busca de una herramienta con la que disuadir de su actitud a los reacios a la vacunación. Y entre ellas estaba la aplicación de este documento que, de momento, está cumpliendo su función coercitiva, al igual que ocurre en otras autonomías.

Pero es bueno no perder de vista que el pasaporte covid no impide la difusión del virus y que una persona vacunada con la pauta completa puede reinfectarse y ejercer de vehículo transmisor. Porque la vacuna no blinda contra el virus, aunque mitiga y mucho sus efectos en caso de contagio.

Con estas premisas, los ciudadanos no debemos olvidar que luchar contra el virus es una cuestión de salud pública y que protegerse a uno mismo es proteger a los suyos y a toda la sociedad.