Mientras Chile se prepara para las elecciones presidenciales del próximo domingo 21 de noviembre, una verdadera incógnita ante la amplia cantidad de candidatos entre los cuales hay unos cuantos muy recién llegados a la política, el país se conmueve ante la desaparición de una extraordinaria y sobresaliente mujer.

Ella es Fabiola Letelier del Solar, abogada, nacida en Curicó en 1929, la que se demostró en los oscuros y largos años de dictadura como luchadora incansable de los derechos de los chilenos, lo que demostró a través de varias facetas. Ella formó parte del equipo jurídico de la Vicaría de la Solidaridad desde sus inicios, valorada entidad que prácticamente en solitario fue el amplio alero que cobijó a tanto chileno perseguido y castigado por la represión fascista en aquel tenebroso período de nuestra historia.

La aportación de este trabajo humanitario de la Vicaría, bajo la inspiración del cardenal Raúl Silva Henríquez es incalculable: no solo apoyó escuchando, amparando, apoyando judicialmente, sino también ante las necesidades apremiantes de las familias castigadas por la persecución y los experimentos económicos de la dictadura. La Vicaría montó una organización que apoyó a la población perseguida en el territorio de la capital. Cosa muy importante fue el cuidadoso registro de sus actuaciones.

Hay que decir que durante años, solo quienes trabajaban en la Vicaría tenían una visión de lo amplia y cruel que era la represión en Chile, ante la falta absoluta de prensa libre u otras instancias capaces de denunciar. Por este motivo, ya en la Transición, todos estos datos contribuyeron a esclarecer la verdad de la represión ante las comisiones investigadoras que emitieron los conocidos como Informe Rettig y posteriormente, Informe Valech. El trabajo de 50 años en defensa de los Derechos Humanos de Fabiola fue reconocido con el otorgamiento del Premio a esta labor en 2018, por el Instituto Chileno de Derechos Humanos. Pero a esto, ha sumado otros importantes méritos como la incansable lucha llevada adelante para hacer justicia a su hermano, Orlando Letelier del Solar, quien fuera canciller chileno y ministro de Defensa de Salvador Allende en el momento del golpe. Orlando Letelier fue asesinado en 1976 en un cruel atentado en Washington, donde vivía exiliado, tras haber estado prisionero en Isla Dawson, pequeño enclave en el extremo sur del país, frente al Cabo de Hornos. Su horrendo crimen fue uno de los tres magnicidios ordenados por el dictador, en un ostentoso ejercicio de terrorismo de estado, seguro como estaba de su impunidad; los otros afectaron al general Carlos Prats, quien murió junto a su esposa Sofía Cuthbert en Buenos Aires en un atentado similar al de Letelier. El autor en ambos casos fue el exmiembro de la CIA Michael Townley, que había sido fichado por la DINA y que hoy es en su país de origen, EEUU, alguien que cambió de identidad. Negoció tener una pena de presidio mínima a cambio de información para el tribunal y luego desapareció en la nada. El método usado en ambos crímenes fue la bomba lapa colocada en el coche de las víctimas.

En su momento, Fabiola tuvo el valor de denunciar que el gobierno de EEUU (el tándem Nixon-Kissinger) estaba «coludido» en el crimen de su hermano, ya que de otra manera no es posible entenderlo. El tercer magnicidio, fue perpetrado contra el dirigente demócrata cristiano Bernardo Leighton en Roma, le afectó a él y a su esposa, Anita Fresno, que aunque no fallecieron quedaron con importantes secuelas. Fabiola, con el apoyo del abogado Juan Bustos, consiguieron llevar a juicio a los responsables de la muerte de su hermano, el exgeneral Manuel Contreras, jefe de la DINA, la Gestapo chilena y Pedro Espinoza, colaborador suyo. Fueron enjuiciados, declarados culpables y castigados con una pena de siete años de cárcel cada uno. Consuelo Contreras, del Instituto Nacional de Derechos humanos dice: «Ella no descansó hasta que logró que el jefe de la policía secreta del dictador fuera detenido y pagara su crimen». Hay que recordar que en esos 17 años de represión, no hubo prácticamente casos exitosos como este: la justicia no investigaba, daba por buena la información proporcionada por los institutos armados que negaban detenciones, fusilamientos, desapariciones…

En este caso, ocurrido a la luz pública en pleno barrio de las Embajadas de Washington, esto no fue posible y dio pie a esa batalla judicial. «El fallo que condenó a Contreras y Espinoza fue excepcional y sentó precedente en materia de justicia», señala el abogado Fernando Zegers, colaborador de Letelier en Codepu. También Fabiola consiguió sentencias condenatorias que afectaron al propio EEUU cuando asumió los emblemáticos casos de Charles Horman y Frank Teruggi, dos jóvenes norteamericanos asesinados por la dictadura chilena. La historia de Charles Horman dio origen a una novela, llevada luego al cine por Costa Gavras, con el título de Desaparecido, filme que en su momento recordamos estuvo un año en cartelera en Zaragoza.

Aparte de la colaboración de Fabiola en organismos jurídicos internacionales, como en la creación de la Corte Penal Internacional junto al juez español Baltasar Garzón, hay que destacar que fue fundadora junto a Blanca Rengifo de Codepu, Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, desde el que desarrolló también una amplia defensa a nivel no solo jurídico de los chilenos y chilenas perseguidos. Rodeada de excelentes colaboradores, trabajaron atendiendo casos de tortura, prisión política y abusos cometidos por la dictadura. En Codepu, Letelier formó un potente equipo jurídico y otro de salud mental desde donde se pudo hacer intervenciones terapéuticas a víctimas de tortura.

Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, recuerda que Fabiola fue una mujer llena de compromiso, empeñada en terminar con la cultura de muerte de la dictadura. Y resalta la cercanía de Fabiola y su empeño en ayudar a la creación de organizaciones de estudiantes, pobladores, trabajadores desde el Codepu: todo ese tejido social pulverizado por la dictadura. Añade: «Destaco su valor en una época oscura para tantos en Chile».

«Ella enfatizó el derecho de los pueblos a sus recursos naturales, a su real soberanía política y económica, lo que hizo contando siempre con todo el colectivo del comité», manifestó Zegers. Por ello, su vida es también un emblema de la lucha feminista de las chilenas. En 2018 dijo: «No es un secreto para nadie que la lucha por la protección de las garantías fundamentales ha sido un trabajo donde las mujeres han tenido participación vital». Nos hubiera gustado poder proponer a Fabiola Letelier para el Premio Princesa de Asturias a la Concordia, pero nos enteramos que, en su momento, todo el colectivo de la Vicaría de la Solidaridad lo recibió. Descanse en paz.