Un día de San Valero algo atípico, soleado, nada ventolero, poco multitudinario y sobre todo, laborable. Ambiente festivo en la calle pero con las puertas de los comercios abiertas, como otro sábado cualquiera. Este año ha tocado celebrar el patrón de la ciudad de Zaragoza sin que la jornada sea festiva para todos. En esta ocasión la culpa no hay que echársela al covid. El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza decidió a finales del mes de noviembre pasar la festividad al lunes 31 para que los trabajadores de los comercios pudieran conciliar y descansar dos días consecutivos. La decisión no estuvo exenta de polémica porque previamente se había decidido que la jornada marcada en rojo en el calendario fuera el viernes, día previo a la celebración.

La ciudad también amaneció algo más vacía de lo habitual. Muchos zaragozanos han aprovechado este puente para poner rumbo al Pirineo y airearse, descansar o practicar deporte. La previsión de ocupación hotelera para este largo fin de semana rozaba el 80% y en las zonas próximas a las pistas de esquí se esperaba colgar el cartel de completo.

En 2019, el último año con normalidad en todos los sentidos, más de 18.000 personas se reunieron alrededor de un gigantesco roscón de 900 kilos

Lo único seguro del día de San Valero es lo de rosconero, gracias a esa sabrosa tradición que tiene su cita más importante en la plaza del Pilar con el reparto de chocolate y roscón que puso en marcha EL PERIÓDICO DE ARAGÓN hace ahora 30 años. Aunque en esta ocasión –al igual que en 2020– y debido a las obligadas limitaciones que exige la pandemia, el acontecimiento se ha sustituido por un sorteo de 150 roscones entre los lectores habituales del diario y el reparto de 1.000 raciones en distintos comedores sociales de la ciudad. En 2019, el último año con normalidad en todos los sentidos, más de 18.000 personas se reunieron, desde primera hora de la mañana, alrededor de un gigantesco roscón (900 kilos de peso y 600 metros de diámetro) para degustar el dulce al calor de una taza de chocolate. Sin mascarillas y sin distancias de seguridad. ¡Qué tiempos aquellos!

También se han normalizado en cierta medida las actividades culturales y deportivas programadas. Una espléndida mañana ha facilitado la diversión de los más pequeños gracias al Tragachicos. Las plazas San Felipe y San Pedro Nolasco también han acogido diferentes eventos musicales y unos 1.200 atletas han participado en la tradicional carrera 10K que ha transcurrido por las ribera del Ebro. El año que viene San Valero cae en domingo, será un día festivo normal (aunque lo trasladen al lunes) y esperemos que por fin sin restricciones.