Opinión | Apuntes al margen

Las facturas de Putin y los jeques

Solemos oír hablar, cada vez con más frecuencia, de la transición energética, siempre relacionada con la ecología, el cambio climático e incluso la salud. Hoy voy a escribir de la transición energética enfocándome en dos aspectos que generalmente se omiten: la seguridad en el abastecimiento y la economía pura y dura.

Empecemos con los datos más obvios. En España no producimos petróleo, ni gas natural y conforme vamos cerrando las centrales de carbón (cierre lógico por otro lado), no disponemos de combustibles fósiles que podamos usar. Cabe recordar en todo caso, que estas centrales funcionaban en buena parte con carbón importado. Ahora mismo tenemos serios problemas con el precio de la electricidad, derivados fundamentalmente de la subida del gas.

Cuando los productores tienen conflictos o problemas nos cuesta mucho más llenar el depósito

Parte importante de esa subida viene derivada de las tensiones geopolíticas entre Rusia y Ucrania por un lado y entre Marruecos y Argelia por otro. En ambos casos hay problemas con el uso de gasoductos. En esos líos ni pinchamos ni cortamos, pero las consecuencias sí las pagamos. Con el petróleo ocurre exactamente lo mismo. Cuando los productores tienen conflictos o problemas nos cuesta mucho más llenar el depósito. El problema no es solo que nos cueste más a los consumidores. Si sube el precio de las tapas, como consumidores no nos alegraremos, pero ganará el propietario del bar y el dinero se quedará por aquí con lo cual se volverá meter en la economía española. Si suben el petróleo o el gas, mejorará mucho la economía de Putin y de los jeques amiguitos de 'Juancar', pero no la nuestra. Pongamos ahora cifras. España consume al día 1,3 millones de barriles de petróleo.

Cada barril supera los 80 dólares. Multipliquen. Cada día salen del bolsillo de los españoles casi 100 millones de euros destinados a la próxima pista de esquí en el desierto, al Ave a la Meca (con comisión para Corinna incluida), y a los tanques rusos en la frontera de Ucrania. Si la cifra diaria total no les dice nada, piensen que son 800 € por persona y año. Como ven, la dependencia energética fósil no solo es un problema ecológico, sino uno económico de primer orden. Avanzar hacia la independencia energética debería ser una prioridad nacional a largo plazo. Hoy es posible tecnológicamente, pero cuanto más lo pospongamos, más pistas de esquí en el desierto y más mundiales de fútbol en Qatar pagaremos.