La invasión rusa de Ucrania, con estremecedoras imágenes de muertos, destrucción, privaciones, miedo y millones de refugiados camino de las fronteras con Occidente, hielan el corazón del más pintado. Putin ha conseguido concitar la animadversión y el rechazo de gran parte de la humanidad, arrastrando en su ignominia al pueblo ruso

Uno de los efectos más palpables de la invasión, ha sido el daño a los populismos de todo tipo y a los nacionalismos extremos. Los que veían en él un líder carismático, fuerte y autócrata, al que emular y defender, personajes como Matteo Salvini, Marie Le Pen, Víctor Orban, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal, Eric Zemmour o Donald Trump, se han quedado desnudos frente a un dictador que les hará perder votos y por el que tendrán que modificar el relato , si quieren sobrevivir políticamente. No solo quemando millones de folletos con las fotos de Putin junto a Le Pen, o suspendiendo las visitas a la frontera polaca para fotografiarse con los refugiados bajo una lluvia de piedras y abucheos, como le ocurrió a Salvini, o negando cualquier reconocimiento al sátrapa ruso como a Abascal le toca hacer. Si no fuese por la torpeza del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que acaba de inscribir su nombre en la historia de la ignominia democrática, haciendo un traje nuevo a la extrema derecha pactando con ellos su entrada en el Gobierno con una vicepresidencia, tres consejerías y la presidencia de la Cámara, estarían buscando dónde y cómo borrar las alabanzas vertidas de ese personaje por muchos de sus dirigentes. Qué decir del soberanismo catalán, que desde Waterloo ha buscado en Putin alianzas para desestabilizar al Estado español ahora todos lo niegan, nadie le quiere ya, huyen de él como de la peste, pero no de sus ideas o de su historia.

Duplicar el despliegue actual

Al aislamiento hay que añadir el fracaso de su guerra relámpago, bien por la resistencia del ejército ucraniano o por los problemas logísticos. En casi un mes no han tomado Kiev, y las dificultades de ocupar el país le supondría, según los expertos, más que duplicar el despliegue actual, con un coste económico difícil de evaluar. Lo que sí está consiguiendo con la invasión es el rechazo de la opinión pública mundial y de los países miembros de Naciones Unidas, en cuya reciente Asamblea solo cuatro votaron a favor de Rusia, 35 se abstuvieron y 144 reconocieron la soberanía de Ucrania.

Lo que sí está consiguiendo con la invasión es el rechazo de la opinión pública mundial y de los países miembros de Naciones Unidas

El Kremlin han calculado mal, evaluando la situación actual como de gran debilidad de Occidente. Un EEUU exhausto tras los conflictos internos y el 'trumpismo', la salida de Afganistán y de tropas americanas estacionadas en Europa para centrarse más en contener el expansionismo chino que en proteger al viejo continente. Mientras, en la UE, con problemas tras el 'brexit', la posición díscola de Polonia y Hungría, las incógnitas tras el liderazgo de Merkel y, sobre todo, la consideración de que las sociedades europeas, acomodaticias y aterradas tras dos años de pandemia, iban a mirar para otro lado, o girarse contra los gobiernos que no les garanticen el gas ruso, garante de su bienestar en invierno.

Sin embargo, en tres semanas Putin ha hecho más por la construcción de la UE en el terreno geoestratégico que todos sus dirigentes en muchos años. Porque la UE ha actuado con una celeridad y cohesión impensable en el apoyo a Ucrania. Se han movilizado mil millones de euros para comprar material bélico para ese país, rompiendo un tabú que venía desde el Tratado de Roma en 1958. Se está acogiendo a casi tres millones de refugiados, se impulsa la salida de las empresas occidentales de ese país, se han impuesto sanciones económicas que pueden llevar a su salida del FMI, se congelan las fortunas de más de ochocientos oligarcas rusos, se está produciendo la exclusión parcial del sistema de compensación financiera SWIF….. etc. Son medidas que pueden generar perjuicios graves a la economía y la sociedad rusa.

Suecia o Finlandia

Países como Suecia o Finlandia, que han sido neutrales en temas de defensa, se platean su ingreso en la OTAN. Se están acelerando los movimientos para buscar en Occidente el paraguas que los proteja de las malas prácticas de Rusia. Ahora están pendientes de la entrada en la OTAN de países como Georgia, Bosnia y Macedonia que la solicitaron en 2017.

Los europeos tenemos que asumir que estamos en el punto de mira del imperialismo ruso. La violencia mostrada con los ucranianos es una forma de intimidación. La incertidumbre, desconfianza y miedo se han colado por la puerta de atrás de nuestro bienestar, haciendo que la recuperación con los fondos 'Next Generation', se sustituya por la seguridad, que cuesta mucho y puede activar los desequilibrios sociales internos. Nos tendremos que acostumbrar a gastar más en defensa. Como decía aquel, «prefiero equivocarme a solas con mis simplezas que actuar como quienes entienden de todo y acaban por no distinguir al invasor del invadido».