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Jesús Jiménez Sánchez

El artículo del día

Jesús Jiménez Sánchez

Conexión entre la FP y la Universidad

En la nueva ley está muy claro: cada centro solo puede asumir las enseñanzas que le son propias

Recientemente ha entrado en vigor la nueva ley de FP. La Ley 3/2022, de ordenación e integración de la Formación Profesional, para ser más exactos. Con novedades muy importantes respecto a la situación anterior. Entre otras, el derecho a una oferta de formación compatible con la situación personal o laboral de cada cual. O la creación de un sistema único organizado en grados de formación. O la mejora de la orientación profesional. O la cuasi generalización de la formación dual. Hay más. Aunque solo parece ponerse en el foco mediático la FP dual. Que está muy bien. Pero ya veremos. Porque en eso de la dualidad queda mucha tela que cortar, en los centros educativos y, sobre todo, en las empresas. Ahora la mención dual también se extiende a la universidad (RD 822/2021), una página casi en blanco todavía; esperemos a ver en qué queda en la prometida Ley de Ordenación del Sistema Universitario (LOSU).

Conexión con la Universidad

De lo que apenas se habla es de la conexión de la FP con la Universidad. Y aparece en la nueva ley. De forma destacada, en un largo artículo (art. 49). Con varias medidas tendentes a promover la relación entre las enseñanzas de FP y las universitarias. Reconocimiento mutuo de créditos ECTS entre los ciclos de grado superior y los grados universitarios. Colaboración, mediante convenios, entre centros de FP y las universidades. Todo eso ya se hace. En unos sitios más que en otros. En unos, bien. En otros, con una cierta picaresca. Hay universidades privadas que ahora ven negocio en «eso de la FP» y ofertan cursos presenciales y/o a distancia que no se sabe muy bien dónde colocarlos. Pues en la nueva ley está muy claro. Cada centro solo puede asumir las enseñanzas que le son propias (art. 49. 3). Y esto vale tanto para los universitarios como para los no universitarios. No confundamos al personal. Cada cual, en su sitio, pero compartiendo proyectos. Eso sí es posible. Y deseable. Lo que hace falta ahora es desarrollar esa nueva ley de formación profesional. Por si tienen alguna utilidad, ahí van solo algunas propuestas. No son cosecha propia. Están entresacadas de un grupo (F. Michavila, A. Arenas, A. Carbajo, J. Martínez, A. Narejos) que desde hace unos años venimos trabajando en este tema. Las enviamos en su día al Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) y, en gran parte, quedaron reflejadas en el texto normativo aprobado en sede parlamentaria.

No confundamos al personal. Cada cual, en su sitio, pero compartiendo proyectos. Eso sí es posible. Y deseable

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Una, configurar mapas formativos integrales e integrados con las ofertas formativas territoriales y alinear los planes de estudio de grados universitarios con ciclos formativos de FP afines para configurar carreras profesionales razonablemente escalonadas.

Dos, establecer criterios objetivos para que las universidades y los centros de FP determinen las materias y el alcance de los reconocimientos de asignaturas.

Tres, realizar una planificación conjunta entre las administraciones educativas y las universidades de su territorio para determinar la oferta de especialidades y el número de plazas en el máster de formación del profesorado de secundaria.

Cuatro, promover la creación de campus profesionales entre universidades, centros de FP y empresas para el desarrollo de proyectos de innovación vinculados a proyectos de investigación realizados en el ámbito universitario, la planificación y realización de cursos y seminarios conjuntos (idiomas, certificación para profesionales, etc.) y la programación por parte de las universidades de cursos dirigidos a docentes de secundaria sobre nuevas ofertas formativas (robótica, inteligencia artificial, economía ecológica y sostenible, etc.) vinculadas al Catálogo Nacional de Estándares de Competencias Profesionales.

Cauces de convivencia

Y cinco, establecer acuerdos entre universidades y centros de FP donde se impartan ciclos superiores para compartir aulas, laboratorios y talleres en orden a buscar la rentabilidad de los recursos para generar así transferencia de conocimiento y propiciar la puesta en común de buenas prácticas, además de abrir cauces de convivencia entre jóvenes de edades y aspiraciones profesionales próximas.

Puede haber más propuestas, por supuesto. Las hay. Pero parece suficiente apuntar solo esas cinco. Por su importancia y su viabilidad. La pregunta es si llegarán a materializarse. Se puede. Aunque queden muchos obstáculos por remover. Hoy por hoy, siguen grabadas a sangre y fuego las dos «culturas» de siempre: la universitaria y la no universitaria. Pero hay que recordar que ambas están dentro de un único sistema educativo. En otros países la permeabilidad entre niveles es mucho mayor que en el nuestro. La formación profesional se ha convertido en un camino eficiente, eficaz y atractivo hacia la universidad que, por cierto, recorre un porcentaje muy alto de jóvenes. Aquí todavía casi todo pasa por los bachilleratos.

Como en tantos otros objetivos de país, la clave puede estar en la colaboración. Mejor, en la cooperación. Entre los departamentos y centros de FP y los universitarios. Entre las instituciones formativas y el mundo empresarial. Entre los consejos territoriales de FP y los consejos sociales de las universidades. Entre las administraciones educativas y las universitarias. La formación universitaria también es formación profesional. Que no se olvide.

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