Ningún comentario puede modificar la convicción de los ingenuos que piensan que una ley contra el turismo de borrachera y excesos es suficiente para acabar con el turismo de borrachera y excesos.

Por tanto, ha comenzado la temporada del turismo que nos merecemos, y que en una apreciable cantidad sigue siendo de una calidad ínfima. Para quien aliente dudas la respecto, acaba de registrarse el primer balconing fatídico en un hotel mallorquín.

¿Dónde? En Magaluf, por supuesto, la zona que estaba curada de los excesos. Se olvidaron de informar a los implicados de que el balconing estaba rigurosamente prohibido. Si no lo creen, pueden llamar a las autoridades locales y al embajador británico.

Por si la tragedia fuera insuficiente en sí misma, viene documentada en un vídeo que se difundirá por todo el mundo, y que servirá de excelente reclamo para el turismo de aventuras. De nuevo, hay que desmentir a toda prisa que el balconing haya ocurrido, con la misma energía desplegada para determinar que no hubo espionaje.

Hablando de las disciplinas de riesgo, otra pareja de británicos se dirige a una zona escarpada del litoral mallorquín para grabar un lanzamiento al agua del novio, que fallece en el intento al estrellarse contra las rocas delante de su hijo. De nuevo, se olvidaron de alertarles de la estricta política vigente contra los comportamientos impropios.

Las personas que protagonizan estos comportamientos no pierden repentinamente la razón al desembarcar en Mallorca. Sin embargo, hasta los convencidos de que una Ley contra los Excesos acaba con los excesos deberán concluir que nuestra pacífica isla atrae con una intensidad inusual a estos aventureros que acaban fallecidos.

Los esfuerzos ímprobos y sin duda bienintencionados en redactar leyes más absurdas que inútiles o viceversa estarían mejor encaminados si se dedicaran a cambiar los criterios y precios de contratación.

Salvo que se piense que no nos merecemos otro turismo, según quedó demostrado el año pasado con la resurrección en secreto de los viajes de estudios pastoreados por los hoteleros más íntimamente ligados al poder, ahora que el Govern de los hoteleros incluye a PSOE, Més y Podemos.