El equipo municipal de Leciñena, con jóvenes políticos como Raúl Gracia, su alcalde, o Víctor Pastor, su concejal de Cultura, ha apostado por el Santuario de la Virgen de Magallón como sede de eventos culturales. Ciertamente, han acertado.
Se trata, por supuesto, de una decisión no exenta de riesgos, pues el mantenimiento de un edificio histórico tan enorme es siempre costoso, y porque al santuario hay que desplazarse en coche desde las poblaciones cercanas. Sin embargo, una vez allí, el edificio resulta tan imponente y la vista, con Los Monegros a los pies, tan fabulosa que uno ya no quiere marcharse, conservando además, y mucho tiempo después, un grato recuerdo de su visita a este lugar encantado.
Esa inyección de belleza la recibió la escritora Espido Freire en su reciente paso por el santuario. Era una tarde calurosa en un principio, tormentosa después, lluviosa luego y finalmente, bajo un enorme e irisado arco iris que iluminó el cielo con siete colores, renacida a un sol poniente, primaveral, que hacía brillar los campos lavados por la lluvia. La autora se disponía a hablar del romanticismo, pero antes, las piedras del santuario, los árboles doblados por el viento que luchan por darle sombra, los pájaros que sobrevuelan sus baluartes sin duda la inspiraron. Porque la charla de Espido Freire sobre el romanticismo, sus pasiones y traiciones, sobre el alma de Goethe y el corazón de Byron, sobre la fantasía de Mary Shelley y la locura amorosa de los personajes de Chalotte Brönte fue de esas conferencias que los numerosos oyentes congregados en el Santuario de Nuestra Señora de Magallón, viendo a ratos, por los grandes ventanales, el relámpago, la lluvia o el sol, tardarán en olvidar.
Espido Freire acaba de presentar una obra nueva, muy original, intensa e interesante, como todas las suyas.
Se trata de un Diccionario de amores y pesares en cuyas páginas, de la A a la Z, la escritora acuña definiciones y descripciones conceptuales y las acompaña o ilustra con textos breves, hondamente poéticos, donde la ilusión o el ideal del amor se tornan amargura con la traición, tristeza con la pérdida, ausencia con la indiferencia, o en una inmensa felicidad cuando ese amor es correspondido.
Pasión y pesar del alma romántica.
