DESDE MI RINCÓN

La ignorancia que nos rodea

María Jesús Ruiz

María Jesús Ruiz

Llevo toda la vida pensando y diciendo que no soy una persona inteligente porque estoy llena de dudas y siempre tengo la sensación de que me faltan conocimientos por adquirir. Cuando lo manifiesto algunos me dicen que no me menosprecie, que me infravaloro, pero no es así, aunque no lo entiendan. Suelo ser muy habladora pero cuando se conversa de temas que no sé, cierro la boca y escucho.

Cada día me encuentro con más personas que tienen un comportamiento totalmente diferente al mío y estoy empezando a asustarme. Es tremendo escuchar las afirmaciones y la rotundidad con las que algunas personas hablan y opinan sobre cualquier tema, y no me refiero a esos tertulianos que han pasado de virólogos a estrategas de guerra sino a cualquier vecino con el que te cruzas.

Cuánta confianza tiene en sí misma esta gente, aunque como decía nuestro ilustre Baltasar Gracián, el primer paso de la ignorancia es presumir de saber. Y es precisamente de eso de lo que me parece que anda la sociedad sobrada, de presuntuosos sabelotodo que son altamente ignorantes, prepotentes con mucho valor.

La semana pasada un joven me dio un repaso tremendo sobre legislación laboral y derecho administrativo. Que sepas que el salario mínimo interprofesional son 500 euros me decía y se negaba a escuchar mis explicaciones sobre la regulación del mismo porque él está en posesión de la verdad y ¿para qué va a leerse un BOE o simplemente diferentes medios de comunicación si el boca oreja que transmiten sus ídolos le valen y le sobran? En este caso se trataba de una persona con escasa cualificación, pero también me ha sucedido con superuniversitarios, altos responsables de organizaciones y hasta gobernantes.

No les lleves la contraria, te conviertes en su enemigo porque ellos son la única y absoluta verdad. ¿Es posible que al leer esta pequeña columna estén recordando a alguien?

Desde mi rincón recuerdo a mi abuelo y otros coetáneos suyos que nacieron y murieron analfabetos y con una castración de cualquier inquietud por aprender porque el sistema franquista quería mantener una sociedad sumisa que no hiciera tambalear el statu quo, y echo a temblar al ver como ciertos populismos están engendrando las bases para reproducir esos sistemas sustituyendo libros por charlatanería.

Centrémonos en dotar a las personas de ansia por aprender, de inquietud por saber, aunque nos resulten incómodos en el día a día, en practicar la ignorancia activa, porque la que nos rodea es muy atrevida y nos va a hacer involucionar cuando lo que necesitamos es avanzar hacia una sociedad más justa, social y solidaria.

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