El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

Sala de máquinas

Juan Bolea

La Quinta de Mahler

El Auditorio de Zaragoza vivió algo parecido a la felicidad, otra noche mágica con la actuación de la Filarmónica de Viena. Una de las mejores orquestas del mundo, cuya presencia en la capital aragonesa había despertado sagrada expectación. Y con mayor motivo porque en el programa se anunciaba la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler. Maravillosa construcción musical que sumergió a las dos mil personas que llenaban la Sala Mozart en una casi mística comunión (podría quitarse el «casi»).

Los movimientos sinfónicos de la Quinta narran un universo lírico y épico, abierto y cerrado al mismo tiempo. Una paleta de conceptos y sentimientos muy variados y bien coloreados, desde la dulzura a la cólera, desde la felicidad a la angustia, pasando por la armonía, la fraternidad, la intimidad, el amor, la muerte, la lucha, el duelo, la búsqueda, la resurrección… Hasta cerrar un círculo de cualidades humanas que aspiran a la perfección.

En parte la alcanzan porque todas esas sensaciones y sentimientos parecen estar dentro de nosotros, elevándose, sin embargo, en otro plano puramente artístico por encima hasta flotar sobre nuestras cabezas en un ideal al que toda mente querría aspirar, permaneciendo ya para siempre en ese paraíso que no fatiga ni aburre al permitir la exaltación de la poesía y el nacimiento de otras personalidades del alma. En esa nube mística el espíritu se recuesta en los remansos de la melodía cuando parece que vaya a extinguirse, reanimándose sin embargo con pálpito creciente hasta estallar los vientos, las trompetas, las flautas, el trueno de la percusión con los tambores y timbales recordándonos que los ritmos de la naturaleza son a menudo estruendosos y violentos como los rugidos de las fieras o volcanes que llevamos dentro, aplacándose y ordenándose al final bajo la batuta de Mahler.

Gracias a su Quinta Sinfonía, religión musical de la naturaleza y del hombre, algo, como decía, parecido a la felicidad, se vivió en el Auditorio de Zaragoza. Siendo muy de agradecer que el Ayuntamiento, a través de su área de Cultura y de la programación a cargo de Miguel Ángel Tapia, facilite a los amantes de la clásica el disfrute de su máxima expresión sinfónica.

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