SEDIMENTOS

Voces amigas

Carmen Bandrés

Carmen Bandrés

¿Padecemos un hartazgo de comunicación? Al menos, es de lamentar la invasión de numerosísimas noticias falsas, promiscuas o adulteradas, cuando no fraudulentas y al servicio de oscuros intereses. Las falacias pueden ser desmentidas o descubiertas en tiempo y espacio convenientes, pero aun así acostumbran dejar un poso nauseabundo e irredimible que perdura durante mucho tiempo, incluso en las mentes mejor formadas e informadas. Tanto peor si, como suele acontecer con excesiva frecuencia, los embustes alcanzan con plenitud su propósito doloso.

Realmente, vivimos una época en la que resulta particularmente difícil deslindar el grano de la paja y la verdad del engaño, pero, también, un tiempo propicio a la divulgación de gratas nuevas y emociones positivas, que transitan por amplias y fluidas autopistas. Son voces amigas susurrando en nuestros oídos un mensaje de concordia y entendimiento; a veces, ni siquiera son necesarias las palabras siendo la música la fórmula que nos trasmite un concierto de armonía y avenencia, sosiego y bienestar, que nos reconcilia con la vida. En otras ocasiones, la revelación se produce mediante reseñas de hechos, que van mucho más allá de las intenciones, como la suma de productos acumulados en el banco de alimentos, la crónica de donaciones altruistas o la estela de una mano amiga que acude en auxilio de un semejante. Y muchas veces, la voz de ánimo y consuelo se escucha a través del hilo telefónico, sea un clásico, como el teléfono de la esperanza, o alguna de las nuevas líneas establecidas para aliviar la soledad de las personas mayores o, bien, frustrar proyectos tan trágicos como las tentativas suicidas, a menudo protagonizadas por adolescentes. Voces amigas, contrapunto de tanto chirrido y fragor oscurantista, que nos amenazan con la pretensión de dominar nuestra voluntad.

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