La crisis de los cuarenta

Irremediablemente es el paso de la vida, del tiempo. Te haces mayor

Nunca entendí el término de la crisis de los cuarenta. Pensaba que era un tema más psicológico que otra cosa, pero me equivocaba.

Realmente sí que hay cambios físicos a partir de los cuarenta años. Irremediablemente es el paso de la vida, te haces mayor, como diría mi madre entre risas: «te has comido ya la mitad de la naranja».

Empiezas a perder el pelucón que tenías. O te lo cuidas o el cartón de fraile sale sin tu darte cuenta porque no te sueles ver la coronilla todos los días.

Los ojos se cansan, y ya empiezas a leer con gafas de lectura. Las uñas de los pies se vuelven duras que poco menos que necesitas una troqueladora para cortártelas.

No se sabe cómo, te empiezan a salir más pelos por la nariz o por las orejas y empiezas a recordar a tus abuelos cuando eras niño. Tus dientes tampoco se escapan y cuando comes, como las encías se te han retraído, se te mete comida entre los dientes y necesitas hilo dental y colutorio, algo que no sabias ni que existía porque tú eras un joven lozano de sonrisa bonita.

Como te dé fuerte por hacer deporte para intentar retrasarlo, tus rodillas, ligamentos y demás partes de tu cuerpo se lesionarán y te darás cuenta que ya no eres el chaval de goma que cuando te caías en el colegio no pasaba nada.

¿Cómo se gestiona todo esto? Aceptando que ya tienes una edad, empezando a cuidarte más y comprender que no vas a mejorar o mantenerte bien por generación espontánea, sino trabajando tus debilidades y asumiendo que el paso de tiempo empieza a hacer estragos sobre tu cuerpo, que aunque nos pensemos lo contrario, tenemos que darnos cuenta que no somos inmortales y que el cuerpo se va marchitando.

Lo positivo del paso de tiempo es que ganas sabiduría con los años y tu mente , aunque ve todo esto, lo acepta con la serenidad estoica de que es el paso de la vida y tienes que dar gracias de estar viviendo y disfrutando de las pequeñas cosas que te hacen feliz.

Pienso que en la vida, cuando llega tu fin, solo te quedan tres cosas, ya que los bienes materiales no te los llevas al camposanto. Lo primero es lo que te hayas formado, no en títulos sino en formación de la vida. Lo segundo es todo lo que hayas experimentado viajando y conociendo mundo. Y lo tercero, y más importante, es lo buena persona que hayas sido; que cuando te vayas la gente te recuerde por ello y hayas dejado huella.

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