PUNTO DE VISTA

James Bond en la batalla de Teruel

El espía real que inspiró al de ficción fue condecorado por Franco en 1937

Luis Negro Marco

Luis Negro Marco

En la mañana del último día de 1937, un convoy integrado por 5 coches en el que viajaban 11 periodistas extranjeros, invitados por la Oficina de Prensa del ejército de Franco, llegaban (procedentes de Zaragoza) a la localidad de Caudé, a 15 kilómetros al noroeste de Teruel. Desde hacía dos semanas, la ciudad estaba siendo sometida a una dura ofensiva por parte del ejército de la República y a punto de comenzar el año nuevo (1938) solamente los defensores atrincherados en el seminario estaban en condición de ofrecer una resistencia eficaz a las tropas de la República que, comandadas por el general Rojo y el coronel Sarabia asediaban la ciudad aragonesa.

Los periodistas extranjeros, a quienes acompañaba el jefe de prensa de Franco, el capitán Luis Bolín, pidieron a este que les condujera hasta un otero desde el que pudieran observar con sus prismáticos los movimientos de las tropas. Pero no encontraron ningún mirador que resultase lo suficientemente seguro. De manera que, resignados, sobre la una de la tarde se dispusieron a almorzar en el interior de sus vehículos para estar a resguardo del frío helador que hacía.

Corresponsales muertos en Caudé

En el interior de uno de esos coches (un Sedán de dos puertas) cuatro periodistas charlaban amigablemente mientras tomaban café, comían chocolate y fumaban. Hasta que de repente, los republicanos comenzaron a bombardear desde las alturas de Corbalán sobre las inmediaciones de Caudé. El primer proyectil cayó a unos cientos de metros del convoy. Pero el segundo explotó justo al lado del infortunado vehículo. Ocupando el asiento del conductor, el fotógrafo estadounidense Bradish Johnson, del Spur y Newsweek murió instantáneamente. El periodista británico Richard Sheepshanks (de la Agencia Reuters) sentado a su lado, resultó gravemente herido en el rostro y en la cabeza. Sin recuperar la consciencia moriría esa misma noche en el hospital de campaña instalado en Monreal del Campo.

En la parte trasera del automóvil, otro estadounidense, Edward Neil, de la Associated Press, sufrió serias heridas en su pierna derecha y en el vientre, provocadas por decenas de esquirlas de metralla. Fue trasladado a Zaragoza, en cuyo hospital de la Cruz Roja también murió el día 2 del recién estrenado 1938.

Philby, el único superviviente

Solamente un afortunado cuarto periodista, sentado al lado del malogrado Neil en la parte trasera de aquel malhadado automóvil, salvó milagrosamente la vida, con apenas unos rasguños en su cuero cabelludo. Se trataba de Harold Kim Philby, quien había llegado a la España de Franco en mayo de 1937, acreditado como segundo corresponsal del periódico The London Times.

Sin embargo, a día de hoy sigue siendo uno de los grandes misterios de la Guerra Civil Española si en realidad, en vez de un proyectil soviético del calibre doce cuarenta (como afirmó el jefe de prensa del ejército de Franco, el teniente coronel Merry de Val) no fue una bomba colocada en el interior del vehículo por el propio Philby, la que ocasionó la muerte de sus tres compañeros periodistas. De hecho, el periodista John Degant, de la British United Press, que ocupaba el coche inmediatamente detrás al de la explosión, relató a los pocos días que le resultaba muy extraño que solo un automóvil de prensa de los 5 que integraban el convoy, hubiera sido alcanzado por la metralla del presunto proyectil.

La sombra de la sospecha

En esta misma línea, Jeanne Stourton, novia del corresponsal de guerra inglés muerto en Caudé, Richard Sheepshanks, relató a los periodistas ingleses que este le había manifestado por carta, pocas semanas antes de su muerte, que había comenzado a sospechar que el único superviviente del coche, su compatriota Kim Philby, era en realidad un agente comunista al servicio de la Komintern. Philby a su vez, consciente de que su tapadera había sido descubierta por su compañero, habría decidido acabar con su vida.

Por último, señalaremos que también el historiador británico Hugh Thomas se encuentra entre quienes opinan que si Philby escapó milagrosamente con heridas leves a pesar de ocupar el asiento trasero del automóvil en el que murieron sus 3 compañeros, es porque él fue quien puso la granada en el vehículo y salió del mismo segundos antes de que el artefacto hiciera explosión.

De casta le viene al espía

Kim Philby era hijo de Harry St. John Philby, conocido, junto a su compatriota Lawrence, como «el otro hombre de Arabia» y ambos, determinantes agentes de la inteligencia británica en Oriente Próximo durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). De hecho, durante su estancia en Zaragoza (alojado en el Gran Hotel) como corresponsal de The Times, el joven Kim había llamado en más de una ocasión la atención de sus compañeros luciendo una larga y estrafalaria camisa que su padre le había regalado, como recuerdo de sus años vividos en los países árabes.

El tercer hombre

Con guion del novelista (y espía) británico Graham Greene, la película de espías El tercer hombre fue estrenada en 1949 bajo la dirección de Carold Reed, con un brillante Orson Welles como actor protagonista. Su papel, muy probablemente, estaba inspirado en la vida del agente doble Kim Philby, ya que este (como espía británico) había sido amigo y supervisor de Graham Greene en el MI6 desde el año 1937. De hecho Philby, el tercer hombre, fue el título del libro que el escritor austriaco E. H. Cookridge publicó en 1969, cuando el espía (graduado en Cambridge con honores) Kim Philby, llevaba ya 6 años huido de su país y se hallaba felizmente instalado en Moscú, en donde falleció el 11 de mayo de 1988.

Así mismo, cuando en 1952 (el también espía británico) Ian Fleming publicó la primera novela de la saga James Bond (el agente especial 007) muy posiblemente también tuvo en mente a Kim Philby, en un momento en que ya recaía sobre él la sospecha de ser un agente doble que trabajaba para la Unión Soviética. Bond, el superagente británico leal a Su Majestad, suponía de este modo el contrapunto al hipotético espía traidor a su país.

Condecorado por Franco

Pero volviendo al joven Philby, en su doble papel (el falso y oficial de reportero del Times, entusiasta de la causa del ejército de Franco y el verdadero, como agente de Stalin en la guerra civil de España) el que salvara milagrosamente la vida en Caudé (horas antes de la Nochevieja de 1937 y víspera de su 25 cumpleaños) durante la batalla de Teruel, le valió el más alto reconocimiento de Franco, quien personalmente lo condecoró en Burgos, el 2 de marzo de 1937, con la Cruz del Mérito Militar. Al día siguiente, la Oficina Nacional de Prensa daba cuenta de la noticia: «Philby, que en Caudé resultó herido al lanzarse en socorro de sus compañeros, alcanzados de muerte por una granada de los marxistas, ha merecido la más alta recompensa con la que le ha distinguido nuestro caudillo».

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