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Zweig

Juan Bolea

Juan Bolea

Uno de los autores extranjeros que mayor éxito ha tenido y sigue cosechando en España es Stefan Zweig. Sus magníficas novelas y biografías encantan a los lectores por su elegancia, amenidad y claridad. El sello Edaf acaba de reeditar, con una nueva traducción de Jorge Rus Sánchez (Zweig, austríaco de nacimiento, escribía en alemán), uno de sus libros más emblemáticos: Momentos estelares de la humanidad. Sus páginas incluyen catorce capítulos, correspondientes a otros tantos episodios históricos en los que, según la visión del autor, el destino del mundo cambió para siempre.

El único español incluido en esta selecta lista es Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Pacífico. (Cuando, en 1513, se le avistó por primera vez, fue bautizado como «Mar del Sur»).

En su análisis del conquistador, de sus aventuras y tácticas y, sobre todo, de la psicología de Balboa, Zweig nos dejó escrito, no sin dejarse en parte influir por la leyenda negra, lo siguiente: «Hay una mezcla única e inexplicable en el carácter y en la forma de actuar de los conquistadores españoles. Piadosos y creyentes, como han sido siempre los cristianos, invocan a Dios desde lo más profundo de sus almas fervorosas, al tiempo que cometen en su nombre las atrocidades más espantosas. Capaces de las hazañas más gloriosas y heroicas, del sacrificio y del sufrimiento, muestran un fuerte sentido del honor, así como un admirable sentido de la importancia histórica de su misión». Los «momentos estelares» de la historia universal, según Zweig, incluyen un índice cuajado de nombres ilustres, aunque otros lo son en menor medida. Como, por ejemplo, el mariscal Grouchy, a quien Napoleón había encomendado la misión de perseguir a los destacamentos prusianos que, en apariencia, huían de Bélgica. Llevado por su ciega obediencia al Sire, Grouchy se negó a escuchar a sus oficiales, que le advertían sobre la necesidad de regresar a Waterloo para tomar parte en la batalla. No lo hicieron, y su error estratégico causaría la derrota final de Bonaparte.

La muerte de Cicerón, la caída de Bizancio, la inspiración de Haendel, el último amor de Goethe, la fortaleza mental de Lenin o los errores de Wilson motivan otros tantos «momentos», reflexiones y análisis a la pluma de un Stefan Zweig que entendió la historia bajo una óptica mesiánica en combinación con la fuerza del destino. H