LA RÚBRICA

‘Apocalipsis nao’

Unos viven como si no hubiera un mañana y a otros solo les interesa la nostalgia del pasado

José Mendi

José Mendi

El apocalipsis es la catástrofe que tiene más futuro. Es un tema que da juego en la vida de todas las vidas. Con la llegada de los números, que ideamos los humanos, nos hemos inventado el redondeo final de la existencia que atribuimos a divinidades. Lo que sí sabemos es que hubo más pánico en la nochevieja de 1999 que al finalizar el primer milenio. Decimos que hay que pensar solo en el presente. Lo cierto es que unos viven como si no hubiera un mañana y a otros solo les interesa la nostalgia del pasado. La adictiva atracción por el cataclismo global tiene su explicación. Nos da morbo asistir, como protagonistas, a la última sesión vital del planeta. Total, si se acaba todo, preferimos verlo en directo y así nos aseguramos de que no habrá un futuro mejor sin nuestra presencia. Somos egoístas hasta en el epílogo de la especie. No hay escapatoria. En el juicio final de la oca, te mueres porque te toca.

La fascinación apocalíptica no distingue edades. A los jóvenes les preocupa, por si no les da tiempo a disfrutar de la fiesta. Pasan los años y no encuentran el momento de hacerse mayores. Hay tres constantes en la conducta de las personas que delatan el avance del tiempo. La primera, es la preocupación por el clima atmosférico, que se incrementa con la longevidad. La segunda, nos dice que la juventud correlaciona con la mayor posibilidad de calzarse estando de pie. Y la tercera, certifica que nos hacemos mayores si necesitamos sentarnos para ponernos una prenda de vestir. No se preocupen, ya sé que exagero. La psicología da más opciones de vitalidad cerebral que las articulaciones.

La ciencia ficción vive de este temor tan sugestivo hacia la hecatombe común. Atraemos la atención para que lo llamativo sea más peligroso que una invasión alienígena. Nos dicen que el núcleo de la tierra se detiene y nos agarramos a la vida para que la inercia no nos tumbe con el frenazo. Nos cuesta disfrutar de lo bueno de estos cambios rotatorios.

Para empezar, si la tendencia es que los días se acorten, vamos a vivir muchos más años. No hay que ser muy listo para saberlo. Esto sí que ayuda a la hostelería para celebrar aniversarios. Los perjudicados serían Feijóo y Abascal, que tendrán elecciones más a menudo. Al líder del PP le falta cultura histórica o le sobra fanatismo católico, porque el cristianismo ha sido el quinto jinete del apocalipsis. A Sánchez le da igual porque es capaz de bajar, a la vez, el paro, los precios, las mascarillas y la temporalidad en los contratos, con Yolanda Díaz, en un solo Consejo de Ministros. En Aragón, Lambán tampoco notará un cambio de rumbo en su brújula, ya que domina el horizonte en longitud política y latitud territorial.

En fin, ya me había lanzado a especular sobre la posibilidad de que el sol salga por el oeste o del incremento de personas zurdas, dada la influencia de los polos magnéticos en el ADN, cuando la ciencia enfría mis expectativas. Un par de días de subidón apocalíptico y ya estamos de vuelta a la rutina de los desastres previsibles. Un asteroide que nos enfile, una invasión de zombis o una buena llamarada solar que nos socarre la Red, son los peligros más reales que nos acercan al precipicio.

Algunos intentan adivinar el día de tan bestial fin de fiesta. Con ese objetivo, y con la intención de prevenir, el reloj de los científicos que marca la cuenta atrás apocalíptica nos sitúa a solo noventa segundos de la medianoche letal. Este cálculo contradice el secretismo sobre la fecha fatídica, con el que Jesucristo responde a esta cuestión en los Evangelios: «nadie lo sabe, ni los ángeles, ni el Hijo, solo el Padre» (Mateo: 24,36). Tras el lío de la paloma del Espíritu Santo con la maternidad de María, parece que la confianza entre los componentes de la Trinidad se resintió.

Será mejor que no pensemos en tanta ficción terrorífica y disfrutemos de la realidad. El peligro nuclear, el hambre, una nueva pandemia tras la mutación del virus de la gripe aviar, visones mediante, o el cambio climático, quedan para la literatura fantástica. Dejamos para Gila la respuesta de Putin ante la irrupción bélica de los blindados españoles. El muy ruso se partía tras conocer la llegada de los famosos caseteros a la guerra de Ucrania una vez pasada la ITV (Inspección de Tanques Varados). Si Coppola tuviera que adaptar esta situación al cine bélico, en el delta del río Mekong, utilizaría en lugar de helicópteros una nao como la de Colón, llena de Leopard. Le serviría el mismo título de su película: Apocalipsis nao.

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