Opinión | EL TRIÁNGULO

Es amor pero estrategia

Un político de alto nivel, aunque no pueda más, valora mucho más las consecuencias del hartazgo que un ciudadano común

Esperanza Aguirre, preguntada por Isabel Díaz Ayuso, aludió a la libertad del amor, «déjele a la presidenta que está muy enamorada», y nos sonó a la mayoría como el último ejercicio de cinismo de una maestra. Las emociones en política actúan como en cualquier otra vocación, que no profesión, pero un político de alto nivel, aunque no pueda más, valora mucho más las consecuencias del hartazgo que un ciudadano común.

Pedro Sánchez se enfrentó a la dirección de su partido, le ganó y reconstruyó poco a poco uno más a su medida, consiguió la suma para una moción de censura contra Mariano Rajoy cerrada en 48 horas, es el único superviviente del cuarteto de la nueva generación que formaron con Pablo Iglesias, Pablo Casado y Albert Rivera, los líderes regionales del Partido Socialista han sido borrados en unas elecciones autonómicas pensadas en clave nacional, y la respuesta fue un plebiscito en las generales entre Sánchez sí o Sánchez no. Ha vivido el acoso de cerca, desde la primera vez que ganó las elecciones, con el ataque continuo sobre la ilegitimidad de su gobierno por la coalición con Podemos o por el apoyo de los nacionalismos periféricos y del independentismo a su gestión. Vivió de cerca el acoso mediático y pseudojudicial a sus compañeros de gobierno Pablo Iglesias e Irene Montero, y en lo personal sería empático, pero en lo político se llevó el rédito electoral de la concentración de voto de aquellos que abandonaron a Podemos.

El presidente estará harto, el engranaje entre los bulos de los pseudomedios sobre su mujer, el ejecutante dedicado a enfangar judicialmente la política, Manos Limpias, y la admisión a tramite en el juzgado ha podido ser la gota que rebose el vaso. Pero Sánchez no puede extrañarse de las reacciones del Partido Popular y de Vox, esa ha sido su relación todos estos años. Sánchez necesita del apoyo de los suyos, no de su partido, que ya lo tiene, sino de los que le apoyaron en sus legislaturas. Sumar, que él aupó, se resquebraja y Podemos se separa yendo al grupo mixto; ERC y Junts han endurecido su discurso al límite, como vimos en la comparecencia de Illa en las comisiones de investigación, al inicio de una campaña electoral que parecía decisiva. Sánchez siempre ha tomado las decisiones que afectaban a él y a su partido desde la audacia, otros dirán temeridad, y la soledad. Está solo ante una legislatura cuesta arriba, sin mayorías, sin presupuestos, en que arriesgó mucho con la ley de amnistía sin conseguir la comprensión de los afectados, y pide cinco días, porque no tiene clara la dimisión. Está midiendo los tiempos, el calendario y las armas antes de tomar la decisión, hablamos de Sánchez.

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