Salón dorado

La lista más votada

José Luis Corral

José Luis Corral

No anduvo acertado, pero nada de nada, el señor Núñez Feijóo, presidente del PP, al proponer que gobierne la lista más votada. Tan desafortunado estuvo que poco después y tras el aluvión de críticas sobre esa ocurrencia, incluidas las veladas de algunos miembros su propio partido, precisó que se refería a las elecciones municipales, pero el dislate ya estaba dicho. El líder de la oposición ha desbarrado con esa propuesta, sobre todo por tres razones.

La primera es de índole jurídica: En el sistema electoral español los votantes ni eligen a los presidentes del Gobierno ni a los de las comunidades autónomas ni a los alcaldes (salvo en municipios de menos de 250 habitantes); los ciudadanos eligen a diputados y a concejales, quienes, a su vez, son los que deciden quiénes serán presidentes y alcaldes. Me extraña mucho que esto no lo sepa Núñez Feijóo, que presidió la Comunidad Autónoma de Galicia durante tres legislaturas y media; tampoco parecía saberlo M. Rajoy cuando pronunció aquella célebre frase en la confusa y disléxica jerga rajoyana: «Es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde».

La segunda es de contenido político: El sistema español es parlamentario. Es en los parlamentos y en los plenos municipales donde se deciden las grandes cuestiones de la política nacional, autonómica o local, a partir de la consecución de una mayoría para que las propuestas sean aprobadas. En caso de que gobernara la lista más votada, podría darse el caso, difícil pero posible, de que la nación o un ayuntamiento con un 70% de voto de Izquierdas atomizado y con un partido de Derechas mayoritario y único, gobernara quien solo tuviera el 30%. O viceversa. ¿Dónde quedaría entonces la representación popular?

Y la tercera es de elemental coherencia: Cuando el PP ha tenido la oportunidad de gobernar, pese a no haber ganado las elecciones (como ocurrió en los primeros gobiernos de Moreno Bonilla en Andalucía y de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, de Fernández Mañueco en Castilla y León o de Azcón en Zaragoza), no ha dudado un ápice en pactar con Ciudadanos o con Vox, o con ambos a la vez, para alcanzar el poder.

Todo esto, tan básico que cualquier aficionado a la política lo conoce de sobra, parece que lo ignora el presidente del PP, a no ser que trate de focalizar el debate político en un asunto menor para tapar que carece de un programa (dice tener hasta sesenta propuestas) lo suficientemente interesante y atractivo como para ilusionar a los votantes. Que también pudiera ser.

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