TERCERA PÁGINA

Modelos de convivencia para un solo país

Entiendo que pueden existir diferentes prototipos de sociedad y que cada uno debe defender el suyo

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

Leo, escucho y veo noticias, provenientes de todo tipo de medios de comunicación y de personas, y confieso que estoy perdido. Unos y otros refieren países totalmente diferentes que no encajan entre sí, y me pregunto: ¿qué país de todos ellos será en el que vivo? Dilema importante. Yo diría que pueden existir modelos diferentes de sociedad y que cada uno debe defender el suyo, eso lo entiendo y lo admito, pero si hay algo que hace grande a una sociedad es lo que nos aporta la democracia: votamos por el modelo de sociedad que consideramos que más nos representa y, a partir de aquí, actúa el sistema de mayorías. Este es un punto fundamental para la mejor convivencia de los ciudadanos.

Y para que esto suceda, primero debe ocurrir que el conjunto no solo acepte el resultado de la votación, sino que sea capaz de establecer un diálogo permanente entre todos los representantes de la voluntad popular, obteniendo como resultado que las minorías acepten el modelo general de las mayorías y, a su vez, que estos últimos sean capaces de ir integrando en el suyo intereses de las minorías. Y segundo que la sociedad responda a una capacidad de confluir voluntades para mayor riqueza de la totalidad. Dos premisas, una conclusión.

No me cansaré de pronunciarme que la democracia ofrece, como productos suyos, la libertad individual y colectiva y el respeto de los derechos de unos ciudadanos para con otros. Debemos tener esta imagen de manera permanente como forma de vida colectiva, cualquier otra basada en egoísmos y odios está fuera de toda lógica y, la verdad es que, para el tiempo que estamos en este mundo tiene mejores resultados la primera, que, al fin y al cabo, es en la que todos contamos.

Dedicarnos a mostrar sociedades enfrentadas tiene mal resultado para todas las partes, con una incidencia negativa muy importante. Mientras se está dedicando tiempo y esfuerzos a demostrar los errores del contrario, no desarrollamos las posibilidades que podemos ofrecer y, por tanto, condicionamos a los ciudadanos a elegir por visceralidad a través de cuestiones que no aportan nada al desarrollo que debemos aspirar; esto además de que lo expuesto en contra del que tiene enfrente, siempre está basado en la subjetividad más absoluta. Insisto, libertad, derechos y respeto es un trío que da razón a nuestra forma de vida, lo contrario es esclavitud para la mayoría y salvajismo de una minoría.

Cuando contemplo que quienes desean ser nuestros representantes cometen acciones solo encaminadas a representarse a ellos y a sus intereses, no dejo de entender cómo el egoísmo se enraíza en sus entrañas y solo contemplan una sociedad encorsetada y limitada en su misma evolución. Estas personas no entienden el verdadero significado de la convivencia y la enorme ventaja que esto nos produce a todos. Y si además analizamos lo que sucede con aquellos que optan al servicio público y los ciudadanos no les prestan su apoyo, es muy demencial que continúen defendiendo esos intereses personales, negados por la decisión democrática. Por desgracia, estos hechos los venimos viendo en partidos políticos que son rechazados por la voluntad popular y se consideran con capacidad para la peor de las críticas a quienes sí tienen el apoyo y la representatividad. Pero este hecho no solo sucede de unos partidos contra otros, sino también dentro de la misma agrupación política, porque quienes pierden se proclaman la conciencia absoluta de quienes ganan. Es tan grave esa faceta humana que no deja de estar en la confusión del abstracto.

Creo que sería conveniente que entendamos el concepto de igualdad y de fraternidad y de esta manera que la colaboración entre todos, para la búsqueda de soluciones y avances, sea la que nos marque el camino de nuestra temporal vida. No hurguemos en las heridas de los demás, colaboremos a sanarlas. Siempre será en beneficio de todos.

No es posible no racionalizar estas fórmulas tan simples y arrogarnos en posturas despóticas y humillantes para el resto. Hagamos que el lema francés Liberté, Égalité, Fraternité sea el ADN de este país en el que todos estamos y cabemos.

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