Policías del pensamiento

Nerea Vadillo

Nerea Vadillo

Se imaginan una sociedad en la que «todo registro ha sido destruido o falsificado, dónde cada libro ha sido reescrito, cada imagen ha sido repintada, cada estatua y edificio de la calle ha sido renombrado, cada fecha ha sido alterada? La historia se ha detenido. Nada existe excepto un presente sin fin en el que el Partido tiene siempre la razón». George Orwel, en 1984, hablaba de una Gran Bretaña así, a finales de los años 40. Se quedaba corto en sus predicciones este gran genio.

La aterradora visión de Orwell es una realidad global, en la que las tiranas minorías gobernantes intentan adulterar la historia, de acuerdo, a sus conveniencias. La censura de libros, de programas de televisión, de películas; el derribo de estatuas o el cambio de nombres de calles son tan solo algunos de los intentos para erradicar el pasado y hacer prevalecer un único punto de vista. Todo en pro de velar por nuestros intereses, protegernos de los criminales del pensamiento, aquellos que nos puedan ofender y lastimar, cuando el verdadero propósito es el de alinear y alienar nuestras conciencias.

Muy señor@s míos, no necesitamos que reescriban nuestros libros de texto, en eso los catalanes tienen un máster; tampoco que nos digan lo que está bien o no hacer: dejar de conducir a los 65 porque ya somos viejos e inservibles; tomar la sal refinada, esa que lleva casi el 100% de sodio, para matarnos más rápido, especialmente a los hipertensos; autorizarnos a comer gusanos de la harina o larvas de escarabajo oscuro; o condenarnos a elevadas multas o penas de cárcel si hacemos algún daño a animales tan entrañables como las ratas. Va a ser que se sienten muy identificadas con ellas. Stop a la policía del pensamiento. Déjennos ser dueños de nuestras libertades y derechos fundamentales.

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