Sala de máquinas

Los políticos y el teatro

Juan Bolea

Juan Bolea

En sus divertidas, nutritivas, interesantes y, yo diría, imprescindibles Memorias (Aprobé en septiembre), Fiorella Faltoyano recuerda cómo conoció a Alfonso Guerra.

Ella era muy joven. Corrían los primeros años setenta. Vivía aún el general Franco. Alfonso Guerra y Fiorella, cada uno por su lado, fundaban o debutaban en compañías teatrales que recorrían aquellos pueblos de España. En una ocasión ambos elencos compartieron un autobús y Fiorella pudo charlar ampliamente con aquel jovencísimo Guerra, a la sazón director de una compañía teatral sevillana.

No sería el único político con habilidades y responsabilidades en el mundo del arte y de la comunicación que Fiorella conocería. Poco después, todavía en los primeros setenta, coincidiría con Adolfo Suárez.

Seguía viviendo el dictador y Suárez no había dado aún el salto a la política ni fundado aquella Unión de Centro Democrático con la que llegaría a la presidencia del Gobierno. Dirigía por entonces, en el primer despacho de Prado del Rey, Televisión Española, cadena en la que hacía y deshacía a su antojo, y en cuyos platós mantuvo diferencias con algunos directores de programas, presentadores y actores; entre los cuales, la propia Fiorella.

Sus Memorias incluyen a otros numerosos políticos, de todos los ámbitos y espectros ideológicos, pero, al margen de sus jugosas referencias, y de la curiosa relación entre la política y el teatro o el cine, entre los políticos y los actores, interesan por sí mismas. No en vano Faltoyano es hoy un apellido abarcador de la historia reciente de nuestro cine. Desde películas que han pasado a la historia, como Asignatura pendiente, dirigida por José Luis Garci, a las series de televisión, una muy en forma Faltoyano sigue protagonizando en la actualidad. Su virtuosismo actoral volvió a tomar carta teatral a partir del año 2000, cuando fundó con Cristina Higueras una productora responsable de montajes tan exitosos como La extraña pareja o Agnes de Dios.

Además de con sus ricas experiencias y aportaciones al cine y al teatro español, me quedo con ese guiño a las artes escénicas de políticos y actores profesionales que, en un momento determinado, bien podrían intercambiar sus papeles.

Porque, ¿qué es la política, sino la fantasía de un intérprete que confunde su personaje con la voluntad popular?

Suscríbete para seguir leyendo