Lo fantástico

En la actualidad, el género fantástico, bien en la literatura o en sus adaptaciones y guiones cinematográficos, parece responder a una mezcla entre El señor de los anillos y La guerra de las galaxias.

Tanto Tolkien como George Lucas, cada uno en su épica y época, con su estilo y a su modo habrían establecido los cánones de un «género fantástico» con raigambre universal, dotándolo de una amplísima panoplia de recursos y de un no menos ecuménico respaldo popular, con legiones y con generaciones de lectores y espectadores enganchados a sus sagas, muchos de ellos practicando la devoción y rozando el fanatismo.

Y, sin embargo, el género fantástico, propiamente dicho, había arrancado mucho antes que estos dos más que notables autores. Que no fundadores, pues podríamos encontrar interesantes precedentes en las literaturas medievales y en el Renacimiento.

Vendría a ser con la eclosión del romanticismo y de determinadas literaturas populares cuando lo gótico, lo fantasmagórico, lo irreal, lo sobrenatural o lo fantástico instalarían, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, sus misteriosos palacios en el reino de la imaginación popular.

Con tanta variedad estilística y temática, habría que esperar para que las diferentes corrientes del género fantástico se fueran asentando. Las antologías trabajadas por Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares nos remontaron a visionarios como Hoffman, Edgar Allan Poe, Sheridan Le Fanu, Violet Paget, Maupassant, Charles Dickens… Creadores muchos de ellos, a su vez, de otros subgéneros, como el cuento de terror, de fantasmas y espíritus, de apariciones, de resucitados… inspirándose indistintamente en su propia imaginación, en ancestrales maldiciones, en ritos turbadores, leyendas o mitos. Esas y otras muchas intuiciones y cánones se heredarían de generación en generación, desde Lovecraft o Algernon Blackwood hasta Stephen King, creando nuevos escenarios y arquetipos.

Hoy (de nuevo Tolkien y Lucas), lo fantástico se entiende como una mezcla de elfos y extraterrestres, de poder mágico y de inteligencia artificial, pero hubo y hay bastantes más libros y autores que convendría conocer si no se quiere simplificar en exceso esta maravillosa rama de la literatura.

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