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La lista del profesor

Juan Bolea

Juan Bolea

El buen momento de las letras aragonesas no parece haber impresionado ni influido en el criterio selectivo de uno de los popes del academicismo literario en España, el catedrático de Literatura y ex director de la Real Academia de la Lengua Víctor García de la Concha. Un mandarín que, además de haber gobernado durante muchos años una Real Academia cuyos bandazos en materia de lexicografía, ortografía y gramática hacen sonrojar, y un Instituto Cervantes que se ha convertido en un pesebre de autores subsidiados por/para el poder, ocupó, también durante muchos años, una cátedra en la Universidad de Zaragoza.

A pesar de esa relación y proximidad, en el nuevo y reciente libro de García de la Concha, titulado Grandes páginas de la literatura española, editado por el sello Espasa, no figura ningún escritor aragonés. O solo uno, a decir verdad, pero se trata de un filósofo: Baltasar Gracián. Del resto de ilustres nombres de las letras aragonesas, Marcial, Pedro Alfonso, Zurita, los hermanos Argensola, Braulio Foz, Joaquín Costa, Ramón J. Sender o Benjamín Jarnés, no hay la más mínima mención en el índice ni en los sucesivos capítulos donde De la Concha nos va hablando de su «lista», con Garcilaso, Berceo, Cervantes, incluyendo en su selección, ya en los siglos XIX y XX, autores de muy discutible genio, como Valera, Garfias, Pérez de Ayala, Bousoño, Benet o Sánchez Ferlosio, ninguno de los cuales le llega a Ramón J. Sender, pongamos por ejemplo, a la punta de la pluma.

¿Por qué, a qué se deben esas clamorosas ausencias en el canon de un experto en la historia de la literatura española? ¿Al desconocimiento? ¿Al hecho, quizá, de qué no haya leído a nuestros autores? ¿O a que no le hayan gustado El profesor inútil de Jarnés o La crónica del alba de Sender? Desde que Muñoz Molina confesaba que no había leído a Benito Pérez Galdós y que no le gustaba Emilia Pardo Bazán no debemos extrañarnos de nada, pero puede que haya algo más, algún otro prejuicio o hándicap, porque desde hace demasiado tiempo la polarización Madrid-Barcelona, con extensión (vía subvenciones públicas) a los escritores del País Vasco –la mayoría muy flojicos–, viene monopolizando homenajes y reconocimientos que debería incluir nombres históricos de las letras aragonesas antes de que se les olvide, como ya parece haberlos olvidado, lástima, De la Concha. H