TERCERA PÁGINA

El peso electoral de las emociones

Las ideas innovadoras deben ir acompasadas con la capacidad de entenderlas y asumirlas

José Manuel Lasierra

José Manuel Lasierra

Los resultados de las elecciones del 28M han constituido una sorpresa por su contundencia. Las encuestas podían señalar ganadores y perdedores, pero la generalizada pérdida del poder institucional de la izquierda en ningún caso se había pronosticado. ¿En qué se han fijado los electores al depositar su voto? Desde luego no en la gestión de aquellas instituciones, ayuntamientos y comunidades autónomas, que precisamente son las que prestan unos servicios en función de sus competencias como sanidad, educación, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente, juventud etcétera. En general la ciudadanía ha ignorado la labor, buena o mala, de estas instituciones.

Si hablamos de la gestión económica y las políticas sociales y laborales del Gobierno central tampoco se observa coherencia entre las actuaciones públicas, sus beneficiados y los votantes. El crecimiento del empleo, el aumento de transferencias en forma de pensiones, el ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo, las políticas laborales contra la precariedad y en favor de estabilidad laboral, las políticas contra la crisis del covid traducidas en los ertes o la mayor y más eficiente presencia actual de España en Europa que en periodos anteriores, no han tenido el correspondiente reconocimiento. Poco menos que se han dado a beneficio de inventario. La ciudadanía no hace reflexiones profundas, algo de intuición, poca información que la da quien la da, ya me entienden, y menos contraste de opiniones o pareceres, y basta.

¿De dónde proviene esa respuesta electoral a la actuación del principal partido del Gobierno? De forma continua, a lo largo de la legislatura, se ha ido estableciendo una serie de acuerdos pactados con partidos que generaban mucho rechazo social. Un rechazo que no se manifestaba públicamente por la sociedad civil más allá del ruido mediático ensordecedor, agresivo e iliberal de la oposición de derechas de fuera del gobierno. El tema catalán con el abanico de actuaciones cada cual más forzado de indultos o revisiones legales impactaba en el ánimo de la ciudadanía y ésta tomaba nota. Cuanta más chulería de ERC o de Bildu, más muescas a recordar cuando hubiera elecciones. El sentimiento de pertenencia a una comunidad, de unos relativos valores comunes, existe en la sociedad española y violentarlo tiene un coste.

Luego estaría la oposición de dentro del gobierno con propuestas alocadas, con soberbia, con agresividad también y mucho grito. Todo eso como la lluvia fina ha ido calando y generando una situación de rechazo sorda pero firme. Propuestas sin sentido en todos los ámbitos, sobre el mundo rural, sobre vivienda, sobre medioambiente, sobre controles de precios, feminismo, creación de mercados públicos, propuestas que minaban la credibilidad del buen hacer del gobierno y generaban anticuerpos en la sociedad que ni siquiera los teóricos beneficiarios las apoyaban. Resulta curioso cómo votan las mujeres en España: el PSOE recibe más del 50% del voto de las mujeres y a esas abanderadas del feminismo les vota poco más de un 30% o sea más del 60% de sus votantes son varones. Las ideas innovadoras, las políticas avanzadas, incluso las sensatas, bien pensadas y estudiadas, deben ir acompasadas con la capacidad de una sociedad de entenderlas y asumirlas. Las vanguardias, en su comienzo siempre son minoritarias, pero no deben despegarse de los intereses, valores y emociones de la comunidad en cada momento. Se pueden convertir en generales sin tropa.

¿Podría el PSOE haber hecho otra cosa? Recordemos como nace este gobierno y de qué fuerza parlamentaria ha dispuesto. Rajoy en su segunda legislatura se sometió cuatro veces a la investidura y la consiguió con una abstención por parte del PSOE, tras 10 meses de gobierno en funciones. Casi un año de provisionalidad. El PSOE ya conocía quiénes eran sus potenciales socios, esos que no dejarían dormir a Sánchez. Claro que lo sabía y trató de desprenderse de ellos convocando unas segundas elecciones y obtuvo un resultado peor.

No había una posibilidad de gobierno alternativo porque los números no dejaban. Pero la oposición del PP lo hubiera tenido incluso peor y sus propuestas podían ser tan equivocadas, preñadas también de ideologías trasnochadas, como algunas de las citadas anteriormente y nuestra situación socioeconómica habría empeorado. Recordaremos su posición actual con Doñana. O cómo aplaudió rápidamente el modelo económico que propuso aquella primera ministra británica Liz la Breve, que duro un mes y originó cuantiosas pérdidas a la libra y a los fondos de pensiones británicos. Realmente hay cosas muy difíciles de entender. Cierto que las cosas del comer son importantes, pero no sólo de pan vive el hombre.

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