Sala de máquinas

Impunidad

Juan Bolea

Juan Bolea

La búsqueda y conquista del poder, su disfrute, comprensión, asimilación, ejecución, pérdida y nostalgia son temas básicos de una pasión que se manifiesta no solo en un gobierno, en un parlamento, en los partidos políticos, sino también en el mundo financiero y en el ámbito profesional y familiar. Asimismo en el interior de cada persona ambiciosa, o simplemente reflexiva.

Las respuestas sobre la naturaleza del poder son tan variadas como los autores que las han meditado. Para Víctor del Árbol, por ejemplo, con quien hace poco tuve ocasión de conversar acerca de este tema, el poder sería «una ilusión, una abstracción de unos seres humanos para controlar a otros». A juicio de este escritor, «el poder es una trama, una red», más que una sola persona o grupo de líderes. «El poder no tiene dueños, sino servidores, siendo su fin último la impunidad».

La conclusión de Víctor del Árbol, paciente explorador de una naturaleza humana que va desvelando en novelas como la última y muy recomendable suya, Nadie en esta tierra (Destino), me ha invitado, a mi vez, a pensar si realmente no será esa, la impunidad, el objetivo de un poder entendido como el dominio sobre los hombres y las cosas.

Impunidad que sería –y, de hecho, como tal ha venido sirviendo en multitud de ocasiones–, una especie de salvoconducto para todos aquellos –¿un sistema, una red?– que, arriesgándose en pos de las pasiones terrenales que alimenta la pasión divina del poder, el dominio absoluto, el enriquecimiento, la aspiración a la independencia o la expansión del territorio que se gobierna cada día un poco más autoritariamente hasta sojuzgarlo por completo y sin límite de tiempo, mienten, prevarican o se saltan las Constituciones y las leyes modificándolas a su gusto.

En Nadie en esta tierra, pura novela negra, la sombra del poder toma forma de muerte y venganza. El dolor que por los cuatro costados chorrean algunos de los protagonistas estará provocado no por unas manos todavía ensangrentadas, sino por fuerzas invisibles, detentadoras de ese poder en la sombra cuya impunidad Víctor del Árbol desarbola construyendo una bien arbolada –como todas sus travesías literarias– novela que se comprende mejor teniendo en cuenta a cada página este concepto o regla del poder: su impunidad.

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