Sala de máquinas

Vox

Juan Bolea

Juan Bolea

El nombramiento de Marta Fernández, de Vox, como presidenta de las Cortes de Aragón, era tan previsible como inevitable, y es tan legítimo como "conveniente". Me explicaré. El del PP y Vox era un pacto previsible después de que en el Ayuntamiento de Zaragoza los de Santiago Abascal, aun siendo necesarios matemáticamente, fueran rechazados por Natalia Chueca en su aritmética de gobierno. La presidencia de las Cortes ha venido a poner el común denominador en un acuerdo inevitable para garantizar la investidura como presidente autonómico del popular Jorge Azcón.

Este pacto para las Cortes y los futuros acuerdos PP-Vox serán, en base a nuestras leyes vigentes, Constitución, ley electoral, Estatuto de Autonomía, etcétera, perfectamente legítimos. Cabrán en nuestro marco democrático, tal como cupieron antes acuerdos y alianzas de todo signo y condición.

Me parecen, además, pactos "convenientes" porque creo que es mejor que un partido como Vox esté dentro que fuera de las instituciones democráticas; en los parlamentos que en las barricadas; en el debate, que en la calumnia: preferible que se integre en el sistema a que siga desintegrando el cemento democrático; más aconsejable que gestione a que siga limitándose a criticar la gestión ajena; más recomendable que conozca por dentro las administraciones públicas a que limite su experiencia colectiva a a su falange organizativa…

Sin embargo, algunas ideas de Vox, monstruosas, atentan contra la Constitución, las leyes vigentes o el Estatuto de Autonomía, por lo que son inviables. Entre ellas, los trasvases de los grandes ríos españoles, incluido el Ebro; la transformación del Estado de las Autonomías en otro centralista, eliminando competencias y derechos conquistados por el pueblo aragonés y derogando figuras históricas como El Justicia de Aragón; la negación del cambio climático; la negación del maltrato de género; la negación de derechos fundamentales a colectivos como homosexuales o emigrantes; la exaltación de políticos o partidos que niegan la democracia…

Marta Fernández, la nueva presidenta de la Aljafería, estará bajo observación de una opinión pública que no tolerará el más mínimo aliento a una ultraderecha anticonstitucional, pero que igualmente sabrá reconocer la transformación de Vox en un partido plenamente democrático.

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