EL ARTÍCULO DEL DÍA

Lambán, en busca del tiempo perdido

Gran parte de los dirigentes socialistas aragoneses no han estado a la altura

Jesús Membrado Giner

Jesús Membrado Giner

Cuando vives las elecciones con angustia, con el temor a la involución que pronostican los programas e intervenciones de diversos líderes políticos, lo primero que uno necesita es identificarse con sus referentes ideológicos, con los responsables orgánicos de los partidos en quien confía. Por eso ver a Pedro Sánchez fajarse contra tanta inquina mediática, o a José Luis Rodríguez Zapatero hacerlo desde la lealtad y el compromiso de un «hombre de Estado», en una batalla tan desigual, te anima, y da argumentos para seguir peleando democráticamente.

Qué distinto es cuando aquí, en nuestra tierra, ves a muchos dirigentes socialistas que se arrugan, contemporizan con muchas de las insidias vertidas por la derecha, utilizan el efecto del «sanchismo» para justificar su derrota del pasado 28 de mayo y esperan desde la segunda fila la derrota para su revancha.

No, gran parte de los dirigentes socialistas aragoneses no han estado a la altura de lo que les exigían estas elecciones. Cuando en una noche electoral, sus máximos dirigentes no aparecen ni para felicitar a los militantes zaragozanos que se han pasado todo el día en las mesas electorales, solo me surge un calificativo: desidia.

Decía Hannah Arendt que el peligro de la mentira en política es el autoengaño: «el engañador autoengañado pierde todo contacto, no solo con la audiencia sino también con el mundo real, que sin embargo acabará por atraparle, porque de ese mundo puede apartar su mente pero no su cuerpo». Y es cierto, el mayor autoengaño que hemos vivido ha sido considerar que la izquierda no tenía nada que hacer. Que todo el pescado estaba vendido y lo mejor que podíamos hacer era irnos de vacaciones. El autoengaño ha sido tan grande que hasta votantes socialistas y cuadros del PSOE lo han comprado.

La estrategia para desanimar el voto de la izquierda se ha apoyado en el uso y abuso de las encuestas. Más de 100 se han publicado entre el 1 y el 17 de julio, el 90% pronosticando la hecatombe de la izquierda. Ya no son el instrumento para detectar las opiniones de los electores. Salvo raras excepciones, son la forma de influir en la realidad dirigiendo el voto en función de los intereses de quien las paga. El colmo ha sido los pronósticos de una influyente empresa demoscópica que no solo pronosticó en los medios de comunicación la mayoría absoluta del PP, sino que además aseguró la caída de Sánchez de la secretaria general en septiembre.

El problema de los populares es que, tras cuatro años de batalla sin cuartel contra todo lo que hacía el Gobierno, han quedado aislados en manos de Vox, lo cual les impide negociar con cualquier otra fuerza política, especialmente con la periferia nacionalista del país. De los 66 diputados que Cataluña y Euskadi aportan al Congreso, las derechas llevan 10. El aislamiento en una sociedad multipartidista es una condena política que deberían haber previsto.

Fracasado el antisanchismo, ahora comienza el rearme del nacionalismo españolista. Ya lo ha dicho Ayuso: el acuerdo con Puigdemont está cerrado y el presidente poco menos que ha traicionado de nuevo a España. Sin ningún dato, sin ninguna prueba, sin presentar contenidos, pura demagogia que convertida en un bulo es lanzada a rodar para seguir con la dinámica de siempre.

Con sus siete diputados, es cierto que a Junts le ha tocado la gran baza política de su vida. En 2019 la tuvo ERC con trece. En este caso, Junts puede rentabilizarla o, terminar como la CUP, que ha desaparecido del Congreso víctima de sus maximalismos e intransigencia.

La campaña contra Sánchez por el problema catalán, los indultos o la modificación del delito de sedición, que tanta inquietud generó y tantos titulares catastrofistas produjo, al final ha quedado en una representación del independentismo del 27% de los diputados catalanes frente al 48% que sumaban en el año 2019. El hecho de que tanto uno como otros no hayan llegado al porcentaje mínimo de votos para tener grupo propio en el Congreso, es una seria advertencia de un electorado cansado de tantas tensiones.

Está visto que gobernar es muy complicado, y desactivar el soberanismo catalán es muy arriesgado. Nadie puede dudar ahora que la apuesta del Gobierno está dando frutos tanto en Cataluña como en el resto del país. Pero este será el argumento de confrontación que las derechas esgrimirán contra cualquier mayoría que posibilite formar un gobierno de progreso.

Por eso Ayuso se ha apartado del mensaje de Feijóo. Ella va a conducir la estrategia en base a la reactivación del nacionalismo español para buscar la ampliación de su espacio electoral a costa de Vox.

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