Las olas de calor amenazan Zaragoza

El Periódico de Aragón

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Las temperaturas registradas durante los últimos veranos en Aragón y más concretamente en su capital, Zaragoza, comienzan a enviar mensajes de alerta a los que convendría atender con la mayor diligencia posible. Aunque la campaña estival ha sido algo más benévola que la de 2022, la ola de calor que ha sufrido la ciudad a lo largo de la última semana ha sido lo suficientemente intensa como para que el Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Aragón y el conjunto de instituciones comiencen a tomar nota. El objetivo último debería ser tratar de aliviar, en la medida de lo posible, la infernal escalada de los termómetros en un entorno urbano sofocante y con jornadas estivales que comienzan a tener graves consecuencias para los ciudadanos.

Los efectos en la salud son evidentes, ya que cada vez son más las atenciones de personas que sufren golpes de calor o de aquellas que ven agravada alguna de sus patologías. Se trata, sobre todo, de personas de avanzada edad, pero también de otros ciudadanos que ven alterada su actividad cotidiana. Esas altas temperaturas obligan también a destinar recursos a la atención sanitaria, como ha quedado demostrado en los últimos días, en los que algunos centros hospitalarios de la capital se han visto desbordados por el aumento de patologías vinculadas con el calor y por el hecho de que muchas de las plantillas están mermadas durante las vacaciones.

Desde una perspectiva económica, la situación a futuro también resulta preocupante. Más allá de que la capital se quede prácticamente desierta en agosto, lo cierto es que las olas de calor han irrumpido también en junio y julio, meses en los que los comercios y el sector servicios siguen a pleno rendimiento. Sin embargo, son cada vez más los turistas que buscan destinos con temperaturas más agradables para pasar sus días de descanso, lo que vacía las cajas registradoras de los negocios. Los efectos en el medio ambiente también son evidentes, lo que se traduce en aumento del consumo energético que se dispara año tras año.

España está en el ojo del huracán, pero ciudades como Zaragoza, Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla lo están más todavía. Algunos estudios apuntan a que la capital aragonesa sufrirá una subida gradual de las temperaturas en los próximos años hasta sumar ocho grados más en 2090, algo que la harían casi inhabitable.

Es hora, por tanto, de tomarse en serio el cambio climático y activar mecanismos que hagan de Zaragoza una ciudad menos extrema, con más arbolado, menos contaminación, más refugios climáticos y, sobre todo, más habitable en el futuro.

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