Jenni, campeona dentro y fuera

Carolina González

Carolina González

Dudo de si queda margen para más indignación en el caso Rubiales. Si se puede actuar con más soberbia, desfachatez y sensación de impunidad. Si le queda vergüenza para volver a presentarse como una víctima, utilizar a sus hijas para negar su machismo y repartir sueldos millonarios sin pudor. Los palmeros que enrojecieron sus manos tras el delirante discurso del presidente inhabilitado en la asamblea extraordinaria de la Federación Española, las utilizan ahora para escribir comunicados en los que censuran el comportamiento de su hasta entonces admirado líder. Un día cómplices, al siguiente traidores, pero siempre hipócritas. Es el comportamiento habitual de quien se mueve por dinero y poder. Llega cuando lo huele, huye cuando intuye el peligro. No son mejores los que guardan silencio, porque quien calla otorga. El que no haya entendido a estas alturas que esto no va de mujeres contra hombres, sino de igualdad, respeto y justicia, no ha comprendido nada.

El beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la final del Mundial ha sacudido el fútbol y las conciencias de un deporte privilegiado. Como tal, hasta ahora se permitía mantenerse alejado de la vida y ocultar realidades como, por ejemplo, la homosexualidad. Las mujeres en pocos años de trayectoria profesional en el deporte rey han conseguido más que los hombres en décadas de juego y con sueldos astronómicos. El camino iniciado contra un ambiente mafioso, machista y casposo no tiene vuelta atrás. Se acabaron las cabezas gachas, las sonrisas nerviosas ante comportamientos inapropiados y la falsa amabilidad cuando te pasan el brazo por encima o te acarician el pelo. Basta de piropos con la peor de las intenciones y de actitudes incómodas que si censuras te cuestan calificativos como antipática y exagerada. Las futbolistas de la Selección primero y gran parte de la sociedad después han demostrado que la sororidad existe y suena alto.

Voces sobre todo femeninas, pero también masculinas, se han alzado para condenar el comportamiento de Rubiales y defender la dignidad de la única víctima de esta situación que es Jenni Hermoso. Colocar el foco sobre ella solo responde a una intención clara de intentar desacreditarla y sembrar dudas, aunque los hechos se hayan producido ante decenas de cámaras. Pero cuando se trata de un abuso de poder o una agresión sexual de un hombre hacia una mujer siempre existen sospechas y se requiere a la agredida un plus de explicaciones. Por qué no se quejó antes, cómo se marchó sin darle una bofetada, parecía que no oponía resistencia... este tipo de acusaciones solo las reciben las mujeres porque son unas brujas y buscan hundir al hombre, ¿verdad? Lástima que algunos quieran seguir en la caverna.

Suscríbete para seguir leyendo