Rubiales y su machismo

Altamira Gonzalo

Altamira Gonzalo

Cuando escuchaba el discurso de Luis Rubiales ante la asamblea de la RFEF y ante cantidad de medios de comunicación, tuve la impresión de estar escuchando el alegato en juicio de un acusado por agresión sexual, utilizando una defensa de libro de primero de Derecho Penal: fueron actos consentidos. Y para tratar de acreditarlo en su día, presionó cuanto pudo, antes de que las jugadoras llegaran a España, para que no se atrevieran a denunciarle. Pero olvidó que los hechos presuntamente delictivos, los vimos todo el mundo.

La diferencia era grande. Esta persona no estaba en un juicio en el que, como todo acusado, no tiene obligación de decir verdad, sino que estaba ante la asamblea que lo había elegido como su presidente. Y la falta a la verdad de sus palabras la pudimos constatar todas las personas que habíamos visto el partido de fútbol y la entrega de premios.

Conocía las dificultades de las jugadoras de fútbol para obtener el mismo reconocimiento que los jugadores; las grades discriminaciones, no solo económicas, de las que son objeto por parte de la Federación futbolística; el plante de unas cuantas jugadoras hace un tiempo por razones que no explicaron, pero que podemos imaginar; escuche a su entrenador hablar de su equipo refiriéndose a «ellos». Pero el episodio Rubiales ha abierto, para que la veamos, la brecha de machismo profundo que impregna el fútbol profesional en nuestro país. Sus actos delante de todo el mundo cogiéndose ostentosamente sus testículos ¿símbolo de qué? y su beso robado, sin consentimiento de la persona besada, de la que él es además su superior, ponen sobre la mesa una forma profundamente machista y patriarcal de tratar a las mujeres en ese ámbito que es lisa y llanamente inaceptable; Rubiales no es un aficionado, es el presidente de la federación española de Fútbol. En este momento, ha sido suspendido provisionalmente por la FIFA, pero nuestro Gobierno ha sido tibio o al menos no ha actuado con la rapidez que la gravedad de los hechos requerían. Cierto es que no podía cesar a quien no ha nombrado, pero un Gobierno tiene muchos resortes y los ha utilizado con poca diligencia.

El sistema futbolístico está podrido; en esa manzana podrida no puede entrar el feminismo, porque es la antítesis, el feminismo es igualdad y la igualdad requiere transparencia, de forma que el éxito de las jugadoras de nuestra Selección Nacional es doble: son campeonas del Mundo en su deporte, pero, sobre todo, son campeonas por su valentía al denunciar estos hechos en un medio tan hostil para ellas. Es totalmente necesario cambiar este sistema capitalista neoliberal y patriarcal que da lugar a hechos como los denunciados. Esta persona, Rubiales, con su actitud negadora de evidencias y acusadora, ha privado a nuestras campeonas disfrutar esta semana de su triunfo, aun no celebrado –pero todavía recordamos el gol de Iniesta en el único campeonato mundial ganado por el fútbol masculino español–. Los futbolistas varones son cómplices de este sistema, porque han vuelto la cabeza para otro lado, salvo excepciones y todo ello me llevar a pensar que nuestras jugadoras y muchas personas, yo desde luego, con ellas, han decidido que ya ¡Se acabó!

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