TERCERA PÁGINA

Jorcas unido por su patrimonio: un paso adelante

Lucía Pérez Garcia-Oliver

Lucía Pérez Garcia-Oliver

Los japoneses lo tienen muy claro, parecen llevarlo en su adn: «Abraza lo nuevo respetando lo viejo» y lo aplican a pies juntillas. En definitiva es el principio del conocimiento y la cultura. Esas breves palabras condensan también el espíritu del Convenio marco promulgado en 2005 por el Consejo de Europa sobre La importancia/valor del Patrimonio Cultural para la sociedad (Faro 2005) ratificado por el Estado español en junio de 2022.

Respaldando a su alcalde y teniente de alcalde, el Concejo abierto de Jorcas se ha planteado aplicar el texto del mencionado Convenio y la Ley de Patrimonio. Todo empezó cuando la dirección y gerencia del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, a cuyo patronato pertenece el municipio como miembro fundador, cumpliendo su obligación legal de dar a conocer el Patrimonio Cultural del Parque, incorporó en el programa de actividades anuales la Visita guiada por el entorno de La Muela de Jorcas. Los vecinos del municipio mostraron recelo temiendo que atrajera «clandestinos turistas» proclives a «buscar tesoros», aprovechando la escasa población de la zona y la aún más precaria dotación de Guardia Civil. El ayuntamiento jorquino se encontraba entre la espada y la pared: El imperativo legal de difusión patrimonial por un lado y la posible amenaza de expoliación «a saco» por otro.

Por eso, viendo que en los últimos cuarenta y cinco años las instituciones académicas y autonómicas solo han dado excusas a sus llamadas de atención y peticiones de protección legal al yacimiento, los munícipes reflexionaron y, con la Ley de Patrimonio y el documento europeo de Faro en la mano, decidieron tomar la parte de responsabilidad que les correspondía y aplicar sus contenidos con prudencia y fundamento para prevenir males mayores. Primero contactaron con el arqueólogo Javier Navarro Royo, miembro de Apudepa (Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio aragonés) proponiéndole una primera visita y estimación. Navarro Royo vino altruistamente la pasada primavera, fue al yacimiento con el alcalde, un profesor de clásicas en un Instituto de Valencia y otro miembro de Apudepa. El resultado fue la admiración del arqueólogo: aquello era mucho más de lo que esperaba: una joya.

No obstante, acordaron a continuación obtener una segunda valoración con la empresa pluridisciplinar AGIPC, cuya metodología y calidad de trabajo estaban contrastadas tanto pública como personalmente por el arqueólogo de Apudepa y el pasado agosto, guiados por el alcalde, la visita de varios miembros de Acción Gestión Integral del Patrimonio Cultural SL (AGIPC) corroboró con creces las observaciones de Javier Navarro Royo: caras de asombro y una espontánea frase resumen «¡Qué pasada! Esto es el sueño de un arqueólogo».

A partir de ahí hablaron de unas primeras prospecciones, naturalmente legales. El ayuntamiento les expuso con toda crudeza sus escasas posibilidades, la dura problemática del municipio y sus principales condiciones: honradez y permanente comunicación con el pueblo sobre el desarrollo del trabajo. Ellos las suyas y ambas coincidían en el espíritu de colaboración.

Se convocó la Asamblea vecinal en septiembre y tras una ajustadísima votación, los vecinos respaldaron la propuesta municipal: ser el pueblo el que, con una pequeña cantidad de su propio y minúsculo fondo público, prudentemente pero con decisión e ilusión diera un paso adelante en favor de sus bienes culturales practicando el principio de responsabilidad y derecho ciudadano al conocimiento, tratamiento y valoración para su correcta conservación, reconocimiento oficial, respetuoso disfrute participativo y transmisión como potencial riqueza de su pasado, presente y futuro. Nada mejor que empezar a ejercer ese principio en su principio colectivo: La Muela. Fue la decisión valiente, meditada, consensuada y necesaria: iniciar su nuevo camino de comunidad patrimonial en su primer origen como pueblo.

Con el pistoletazo de salida dieron comienzo las prospecciones la semana pasada. Y el sábado por la tarde, ante un atento auditorio ávido por saber, que concentraba prácticamente a todo el vecindario local y algunos emigrados de fin de semana en el pueblo, la empresa AGIPC SL con un enfoque de arqueología social y ciencia ciudadana, rindió cuentas del porqué y cómo estaban llevando a cabo la tarea, señaló que sería muy larga en el tiempo pero siempre progresiva, detallaron los pormenores y sucesivas fases del trabajo e invitaron a los vecinos a visitar y participar en la excavación.

Si los responsables municipales se sintieron respaldados, el equipo quedó gratamente sorprendido por la respuesta ciudadana. La sintonía fue en aumento cuando al finalizar, charlando distendidamente constataron que los vecinos habían comprendido el lenguaje asequible de la exposición hecha por los seis miembros de AGIPC SL y, al preguntarles si sabían qué joya tenían en La Muela, sonrieron. ¡Claro que lo sabían! Todos y cada uno, generación tras generación desde principios del siglo XX cuando vino «un señor muy importante de Madrid» y se lo comunicó al ayuntamiento de la época. Y sabían que después, algunos «encontraron cosas valiosas allí» y las escondieron o se las llevaron, pero el gobierno ni se preocupó. Y luego ¿Cómo no lo iban a saber si en 1991 «apareció» lejos de Jorcas el Tesoro de Jorcas que exhibe el Museo Provincial? «Y aun así, la DGA no ha hecho nada para protegerlo como BIC. Veremos si ahora...» ¡Lo que no sabían los arqueólogos era en qué pueblo estaban! Respondiendo a la invitación, el domingo por la mañana y por la tarde acudieron varias personas a ver «su» yacimiento, algunas con un termo de caldo y otros tentempiés para los trabajadores.

Ahora la noticia corre por los hilos telefónicos. Los muchos de Jorcas que están fueran y vuelven en verano van comunicándose la emocionante novedad porque este pueblo no son solo los que viven durante todo el año en él. En su adn, como los habitantes de la invisible Tecla descrita por Calvino, tienen desde hace muchos años una práctica que aflora frente a las amenazas: UNIRSE con pasión a trabajar tras un objetivo común: la construcción constante de su pueblo. Solo hace falta la chispa esta vez encendida por el Patrimonio cultural. Gracias por la lección y la elección.

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