Acordar el desamor

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Y llego el acuerdo que iba a romper España o el paso histórico que iba a cambiar el destino de nuestro país, según quién hable. Al final, se resume en la ley de amnistía que ya suponíamos y la investidura más la estabilidad de la legislatura del gobierno de Sánchez, según evolucionen los acuerdos firmados entre Santos Cerdá y Jordi Turull, que sí estuvo en prisión por más de tres años.

El resto es la constatación de dos posturas encontradas que no se ponen de acuerdo ni en el análisis de la situación de partida, ni en las salidas sobre el autogobierno ni en la financiación autonómica. El avance es el reconocimiento de la otra parte, de la aceptación del otro para sentarse a negociar y que cada uno lo hace desde sus reivindicaciones sin que el otro las acepte de entrada.

Hemos decidido casarnos, pero yo lo hago obligado porque mi novio me abandonó y yo porque no encuentro a nadie mejor. Vamos a negociar unas capitulaciones matrimoniales en las que yo quiero separación de bienes y tú bienes gananciales, yo una relación abierta y tú una de fidelidad tradicional, para esto vamos a contratar a un coaching emocional que supervise nuestra relación. Eso sí, decidimos hacer borrón y cuenta nueva de nuestras infidelidades anteriores, nuestros reproches y fingir que venimos inmaculados, como si de una comedia romántica de Meg Ryan se tratará, pero con la calculadora en el bolsillo para no perder ni un céntimo de lo mío, amor.

Luego hay que contarles a nuestras respectivas familias las bondades de casarnos con alguien del que llevábamos renegando cuatro años, que especialmente receptivos no están, temiendo que vuelvan a ser engañados o decepcionados otra vez. Una boda de conveniencia que tratamos de revestir como defensa del modelo de familia tradicional que nos aporte estabilidad durante unos años. La semana que viene se ponen a ello, es el inicio de una relación difícil con más protagonistas que entran en juego desde la sesión de investidura, en el que una parte pide referéndum de autodeterminación y la otra, ampliación de las competencias estatutarias. En que Junts pide un cupo al estilo vasco y el PSOE mejorar la financiación autonómica. Y ERC debe seguir encantada porque en el combate nacionalista, tiene la iniciativa ante unas elecciones catalanas cercanas, en las que ya estará Puigdemont, pero desvestido de ese purismo waterloniano porque será amnistiado, pero ha entrado en el embudo de la negociación. Si la política consiste en ir desayunando sapos, aunque sea con una sonrisa como Pedro Sánchez, la vida supone atravesar embudos adaptándose a ellos y venderlos como una opción voluntaria.

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