EL ARTÍCULO DEL DÍA

Escuadras recias marciales y episcopales

Seguirán dando la turra con su épica de hojalata, que además lo ha dicho Haragán primero de España

Rafael Campos

Rafael Campos

La España interminable ha salido de kermesse y no hay quien la recoja. Están desaforados y no saben qué más hacer que no hayan hecho ya. Agotados los adjetivos para insultar con toda la violencia posible, enumerados todos los culpables del hundimiento de la democracia y de la ruptura de la patria por el comunismo galopante. Sánchez, Rey, maricones, comunistas, socialistas, independentistas, feministas... Seguirán dando la turra con su épica de hojalata de siete y media a once diario, porque además lo ha dicho Haragán primero de su España, así que nada. Que tengamos cuidado que ninguno se haga daño y hasta la próxima aparición. Y que no descuiden los estudios que pronto habrá exámenes.

Es cierto que ganar unas elecciones, o armar una mayoría en el Congreso y elegir a un presidente no faculta para todo. Está el marco de la ley superior, la Inmaculada Constitución –que tiene que seguir intocable hasta la extinción de la especie humana–, pero la mayoría parlamentaria actual, por boca del candidato, ha dicho y redicho que no piensa ni ha pensado nunca salirse del marco constitucional. ¿Entonces?

Ocurre que hay quien prefiere no creer a Sánchez porque miente mucho. No como los anteriores presidentes, incorruptos y ejemplares, que decían todo el rato la verdad –y no merecieron tanta sanción, creo recordar–. Bueno, menos unas decenas de casos aislados: La guerra de Irak; el GAL; la OTAN no y luego sí; lo de ese que se llamaba también M. Rajoy... y eso sin mirar las hemerotecas. Pero nada, las mentiras de Sánchez tienen mas pecado. Sin muertos, pero pactando con quien dijo que no pactaría, por afrontar la política con lo que hay y no con lo que gustaría que hubiera, y basado en un poco más de la mitad de los votos. Aunque si nos ponemos a pesar la gravedad de las trolas, igual a alguno le convendría silbar un bolero antes de ponerse pelma, porque aún se ven los bultos bajos las alfombras, y algunos aún apestan. Pero Cataluña sigue rindiendo réditos a algunos espabilados, sobre todo en el Madrí imperial.

Alertan los mismos enojadísimos con el peligro de desaparición de la separación de poderes. Hay quién la invoca como si estuviera probada sin duda ni equívoco, pero otros precisamente consideran que hay bastantes dudas y ningún equívoco de que la tal separación es relativa, relativísima; por no decir quimérica del todo. El penúltimo ejemplo lo ha interpretado a capella el coro de ocupas del Consejo General del Poder Judicial, que siguen cinco años más de su cuenta corriente cobrando con inusitado patriotismo el sueldo porque sí, por la separación de poderes, que los debe de tener arrobados por la nómina.

Otro ejemplo puntual, casi olvidado: «Controlamos al supremo desde atrás» escribió el senador Cosidó sobre el presidente del Supremo que iban a nombrar. Pero, oh, a pesar de eso no hubo duda, y lo pusieron a presidir el juicio, ¿explicaciones del querube que escribió aquello que sacaron en toda España? No las recuerdo ¿Pasó algo? Sí; el aludido renuncio al cargo que le habían previsto. Al parecer no era adecuado tras el mensajito; pero para presidir el juicio de los separatistas, sí; a eso no renunció, ni le renunciaron, y naturalmente, durante el proceso fue independiente y no lo controló nadie desde atrás. Faltaría más.

En fin, leo en alguna prensa que la justicia española, a juicio de algunas personas, –yo mismamente– no tiene demasiado prestigio, y se ve que tampoco en los tribunales de Europa. De hecho hay órdenes de extradición que no se han atendido consultar razones. Aquí, naturalmente, alguno ha estado a punto de reclamar de nuevo a los tercios para que les dieran una lección a esos flojos de jueces europeos. Ha salido además un trío de obispos, más alguno que otro suelto, en otro vigoroso ejemplo de la aconfesionalidad del Estado. La iglesia de los cuatrocientos y pico mil abusos y violaciones contra niños y niñas a cargo de muchos de sus curas, –pero que dicen que bueno, que a saber si hemos contado bien, y que no son los únicos que violan y abusan– alecciona a su grey sobre asuntos políticos, desde la altura del púlpito de su menguada autoridad moral. Como los ocupas del Consejo Caducado del Poder Judicial, nos dan informes patrióticos para que nos enteremos bien de la independencia judicial y seamos aún más conscientes de la ejemplar separación de poderes que disfrutamos en la Unidad de España.

Hasta Haragán Primero de España Imperial se hincha un poco más aún dentro de su camisa de talla y media menos y les dice a los policías que no hagan caso de ordenes «ilegales» y que le hagan caso a él sin embargo, que las da más legales desde su castillo de millón de euros que se ha comprado con el sudor de su frente. Con el trajín de salvar a España se le ha olvidado explicar los de los millones de su Fundación. Porque tiene hasta una fundación, para fundar cosas patrióticas y para otros gastos, según dice una ex socia de la Enterprise millonaria que se han montado con la cosa esta de la Unidad de España, que lleva ya en peligro hace no sé cuantos millones de euros en numerosas cuentas corrientes de otros tantos patriotas; y sigue dando dividendos.

Y luego está la Audiencia Nacional, esa cosa especial que al parecer sólo tenemos en España, de cuando el terrorismo asesinaba. Ahora no asesina, pero les gusta tanto a los jueces ese tribunalito especial que ni les hables de quitarlo. ¿Ves? Otra singularidad de la justicia española, la que más altares tiene. Ex aequo con la Virgen del Pilar, según la jota. La fiel infantería reunida al grito de la patria está en peligro, corramos a salvarla que tocamos a bastante.

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