APUNTES AL MARGEN

El dilema del PSOE aragonés

Alfonso Alegre

Alfonso Alegre

Las últimas elecciones autonómicas han desbancado del poder al PSOE en Aragón. No solo en la DGA, sino también en las diputaciones de Huesca y Teruel, así como en la mayoría de comarcas y ayuntamientos. Especialmente significativa es la perdida de la diputación de Huesca que dirigía Miguel Gracia, hombre fuerte del partido desde los tiempos del Marcelinato. El PSOE durante años ha confiado sus resultados a la red clientelar tejida a través de las diputaciones y las comarcas.

Este sistema se basaba en que territorios con muy poca población controlan un número enorme de cargos y de recursos en relación a la población que tienen. Piensen por un lado en diputados provinciales, consejeros comarcales, diputados autonómicos, asesores varios etc. y por el otro en las subvenciones y contratos de comarcas y diputaciones. El mecanismo es sencillo, dádivas en forma de subvenciones y puestos a cambio de votos y lealtades a la interna del partido. El problema ahora para el PSOE es que ha perdido la posibilidad de las dádivas, por lo que sostener la red clientelar es muy difícil. Me temo que en el PSOE muchos pensarán que otras veces se perdió y se recuperó el poder después, que solo toca aguantar la travesía del desierto tranquilos y ya está. Están profundamente equivocados. Azcón es un tipo inteligente y no va ni a ignorar la red clientelar del PSOE, ni la va a destruir. La va a comprar. Es decir, con el mismo sistema de dádivas va a cohesionar su poder en el territorio. Me atrevo a pronosticar que unos cuantos alcaldes y concejales del PSOE, se presentarán en 2027 bajo las siglas del PP y no tengan ninguna duda de que Azcón los acogerá con los brazos y los cargos abiertos.

En este escenario es donde aparece el dilema del PSOE aragonés. Tiene dos opciones: La primera intentar enrocarse en una red clientelar que no van a poder mantener y que va a ser atraída por los cantos de sirena de Azcón. La segunda es intentar hacer una propuesta socialdemócrata y radicalmente democrática, alejada de clientelismos y que apueste por las ciudades. La primera opción les condena a la oposición por mucho tiempo y la segunda implicará un fuerte conflicto interno. Me temo que elegirán la primera. Azcón entre tanto observará y sonreirá sabiendo que podrá gobernar Aragón durante muchos años, seguramente hasta que decida irse a Madrid.

Suscríbete para seguir leyendo