TERCERA PÁGINA

El horror es lo único que nos queda

Con la excusa de que el enemigo es invisible arrasan con todo lo que pueda contenerlo

Eugenio Mateo

Eugenio Mateo

Estamos comprobando horrorizados cómo se han perdido las antiguas reglas que mantenían un cierto honor en el campo de batalla (como si fuera posible humanizar las guerras) y asistimos a un genocidio que se está desarrollando ahora mismo en el escenario de lo que se llamó Tierra Santa ante toda la Humanidad. No se puede dar otra definición a las acciones militares israelíes en su invasión de Gaza bombardeando a la población civil mientras son residentes dolientes en hospitales o viajan en ambulancia camino de cualquiera o simplemente malviven hacinados en campamentos de refugiados; incluso estudian en algún colegio tutelado por la ONU.

La barbarie. Con la excusa de que el enemigo es invisible arrasan con todo lo que pueda contenerlo y nos horroriza la patente de corso que reciben del gran jefe blanco ante lo que es, simplemente, una guerra de exterminio. La geopolítica quizá recomendará acciones contundentes, incluso permitirá la ocupación. Quizá no tenga la sutileza para medir al contrario, pues tendrían que contar que el contrario tiene mas contrarios que van juntos y el damero siniestro tensa la goma del tirachinas mientras los teléfonos rojos arden y se juega al backgammon. No deja de ser una paradoja que el pueblo que ha sufrido tanto en la Historia y que debería aborrecer la violencia, haga de su ejército una horda ciega bajo los efectos del Talión.

Lo malo es que en lo del ojo por ojo se pasan veinte barrios y es tal la crueldad que nos hace aborrecer también ser testigos y no perecer en el intento. Es un avispero por lo que hay en juego. En cada movimiento surge el aguijón de la represalia y se genera un tornado que succiona la lista de las ofensas y hace olvidar que el derecho a la defensa acaba precisamente cuando se ataca a indefensos. Hay que acudir de nuevo a la geopolítica para descubrir que muchos silencios son aclaratorios per se ante tantos intereses. Occidente no ha abierto la boca salvo excepciones como España.

Se podrá decir que Israel no empezó la guerra, pero no es menos cierto que ellos la provocaron con sus políticas de aislamiento y acoso de unos habitantes que tienen el mismo tono de piel. Se puede decir que Hamás tiene como objetivo hacer desaparecer la tierra de Israel. Es plausible tener objetivos, otra cosa es poder alcanzarlos. Su guerra, a solas, no tiene recorrido y acude al terrorismo como táctica de guerrillas urbanas. Habría que preguntarse de dónde viene el dinero para financiar la construcción de una red de túneles de setecientos kilómetros. La geopolítica tendría varias claves y seguro que acertaría.

Las dos ramas del islam no se quitan la vista de encima, aunque tengan un enemigo común. Este tiene uno de los mejores ejércitos del mundo. El status quo .se dirime en movimientos envolventes periféricos, maniobras de distracción, la estrategia, pero aún no. Mientras la guerra esté localizada, los invasores actúan con impunidad para provocar un éxodo andante de gente desvalida o conseguir que no quede ningún hospital en pie en Gaza.

Dueños de la más alta tecnología militar, incluida la nuclear, acabarán con los túneles y usarán sus misiles para matar a víctimas colaterales con previo aviso. Todo por la venganza. ¿Cuántos muertos más harán falta para saciar la sed? De momento, llevan trece mil palestinos, según Hamás, de los que cinco mil son niños, por los mil y pico israelíes que murieron como consecuencia del error garrafal del servicio secreto más eficaz, según se cuenta. Con la amenaza real de hambruna, serán muchos más, si nadie lo remedia.

Mientras tanto, los rehenes siguen en manos de Hamás y hay movimientos en torno a una negociación. Sólo falta que EEUU lo diga, ahora que ya piensan en elecciones. Es necesario un alto el fuego. Es necesario parar la matanza. Los ciudadanos israelíes pueden estar de acuerdo con el fondo, pero no con las formas. Ellos tienen la democracia para hacer ver a su gobierno que con tanto Talión se les ha ido la olla y es hora de acabar con el horror y el error de que todos los palestinos son terroristas.

Como dijo Cicerón: la fuerza es el derecho de las bestias. Ante tanto horror, la fuerza no tiene derecho a convertirse en bestialidad.

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