Los últimos de la fila: el personal de la Universidad Pública de Aragón

En el año 2023, con la salida del Gobierno del PSOE y con el cambio de gobierno de la DGA, el personal de la Universidad de Zaragoza (que yo denomino Pública de Aragón) han visto mermadas sus retribuciones de una forma escandalosa.

Primero fueron los premios de jubilación del personal de Administración y Servicios (ahora PTGAS), en los que la plantilla de la Universidad, en referéndum, aceptó la confiscación de la mitad de su cuantía ante el miedo a perder todo el premio de jubilación y la reconversión del mismo, mediante una interpretación sui generis de la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 4ª) de 28 febrero del 2023 que seguía el surco de la guadaña aplicada a la Administración Local, en un posible plan y fondo de pensiones o en un sistema de subvención.

Luego, después de dos años de negociación, se firmó un acuerdo de empresa para el Personal Docente Laboral que todavía está pendiente de decisión final en el Tribunal Supremo, después que una Sentencia del TSJ de Aragón que dejaba la negociación colectiva muy tocada.

Sin embargo, continuaron las negociaciones, y se firmó en octubre el Convenio colectivo del PDI después de 17 años pero con incumplimiento del acuerdo de financiación y una huida hacia delante con olvido, doloso, del profesorado low cost que son los profesores asociados (sin complementos de docencia y sin posibilidad de pedirlos en la nueva convocatoria y a la espera que el Tribunal Supremo se acuerde de ellos en un gesto de dignidad), y con el olvido también del personal investigador marginado sin carrera profesional; los ayudantes doctores se encontraban con pérdida de la mejora para el año 2022 y revisada a la baja en el convenio para aplicarse en el año 2023, y percibida a cachitos de aquí hasta el año 2026, pero sin que el cachito perdido se recupere.

El personal de administración y servicios sigue sin firmar su convenio por que no se ofrece nada nuevo y vamos camino de 24 años de matrimonio con el anterior.

Y todo ello, bajo un Programa de Financiación de la Universidad de Zaragoza corto de miras (2022-2026) y de cuantías económicas que dejaban a nuestra Universidad en la línea de ser un remiendo más que una versión de alta costura y la excelencia.

Por si fuera poco, ahora se congelan los complementos autonómicos que la nueva Ley Orgánica de Universidades que le adjudica competencialmente a las comunidades autónomas para su establecimiento para el PDI, y no sólo eso sino que al ser más los docentes que puedan cobrar los mismos y por ello como la tarta es la misma tocamos a menos.

Y por si esto no fuera suficiente, ahora se nos explica que no cobraremos, éstos, en el mes de enero. Y con respecto al año 2024 y si queremos podemos pedir un adelanto, lo que supone un préstamo del que habremos de computar y pagar, como renta en especie, los intereses del préstamo.

Esto ya es un galimatías, nos tenemos que autofinanciar los trabajadores para poder cobrar el complemento. Siempre igual, en noviembre se llamó a los sindicatos para decirles que congelación de los complementos o supresión. Tarde para negociar, tarde para estudiar una mejora, tarde para todo y siempre con la coacción de que si no se congela no se cobra porque el acuerdo finiquitaba el 31 de diciembre del 2023.

Y quien escribe este réquiem ya va por el tercer expediente disciplinario por luchar y no bajar la cabeza, por actuar en defensa del espíritu universitario y no dejar al margen a nadie de nuestra institución, sea personal de limpieza y otras contratas, personal técnico de administración y servicios, personal investigador y docente.

Tenemos serios problemas en nuestra Universidad de Aragón y uno de ellos es el desencanto reinante (escasa participación en las elecciones sindicales del 2023, campus semivacíos, facultades lóbregas y oscuras por las tardes), y por ello hay que llamar a repensar qué se pretende por parte de nuestros políticos y nuestro equipo rectoral. Algún día habrá que plantarse y decir ¡¡¡Basta Ya!!! Gaudeamus igitur, pero ¿hay algo por lo que alegrarse? Sí, la esperanza de que escampe y los jóvenes crean en nuestra institución y su divino tesoro se imponga en una sociedad donde la senectud ha abdicado de reformar y coadyuvar a mejorar la misma. Para ellos se dispone el réquiem, ya que en San Mateo (19, 30-20, 16), de forma injusta, los primeros eran los últimos y los últimos serían los primeros, en el Gobierno de Aragón la Universidad siempre es el último de la fila.

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