Sin soluciones a la carta para la sequía

El Periódico de Aragón

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El agua se ha convertido en un recurso natural vital que ha estado detrás de muchas de las reivindicaciones del pueblo aragonés. No es para menos, pues está estrechamente ligado al desarrollo y al progreso. Sin embargo, el escenario actual, con Cataluña en emergencia por sequía, un Gobierno central pendiente de las apetencias de Junts, de cuyos votos depende el futuro de Pedro Sánchez, y un Ejecutivo aragonés liderado por el PP pero con la necesidad de contar con Vox (a favor de todos los trasvases, excepto a Cataluña) para sellar mayorías, hacen más complicada la unidad política que existió antaño. El escenario, por tanto, no invita al optimismo para Aragón ni para el conjunto de España por la pertinaz sequía que viven algunas zonas del país.

Tampoco parecían las cosas sencillas cuando en el año 2008 el presidente de la Generalitat catalana, José Montilla, planteó trasvasar agua desde el Ebro para tratar de abordar la complicada situación que vivía Cataluña, en emergencia por los problemas de abastecimiento de agua a Barcelona y su zona metropolitana. Entonces obró el milagro porque llovió y el president dio marcha atrás a unos planes que habían puesto en alerta a Aragón.

Antes de que eso ocurriera las protestas se habían sucedido en la comunidad, pero la mayor manifestación que se vivió en territorio aragonés contra el trasvase fue en el año 2000 cuando 250.000 personas recorrieron las calles de la capital aragonesa. Entonces, el Gobierno de José María Aznar, con Jaume Matas como ministro, pusieron sobre la mesa un anteproyecto como única solución a los problemas del Levante español. La iniciativa tampoco vio la luz por la oposición mostrada y la llegada al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Hoy, la emergencia por sequía vuelve a ser una realidad en Cataluña después de meses sin precipitaciones. Las restricciones para reducir el consumo de agua son un hecho para seis millones de catalanes porque las cuentas internas se sitúan en el 16% de capacidad.

En este escenario, el consejero catalán de Acción Climática, David Mascort, anunció ayer que el próximo mantendrá una reunión en Barcelona con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, para abordar la declaración de emergencia por sequía en Cataluña y pedir su «colaboración» para llevar agua a Barcelona si se agudiza la situación. Hoy, Jorge Azcón mantiene un encuentro con el nuevo presidente de la CHE, Carlos Arrazola.

Aunque el ambiente político no es el más propicio para tratar de alcanzar consensos, las sequías cíclicas han sido inmisericordes con España. Hace solo cinco meses, Aragón la sufría de forma dramática. Este escenario y el avance del cambio climático obligan a adoptar soluciones a medio y largo plazo desde varias perspectivas, con fuertes inversiones y de una forma integral. No hacerlo no solucionará este gran problema en el futuro.

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