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La seguridad y Grande-Marlaska

Nicolás Espada

Nicolás Espada

Fernando Grande-Marlaska tiene que hacer frente de otra manera a un problema general que le persigue al frente del Ministerio del Interior desde hace ya tiempo y que afecta también gravemente en Aragón: la falta de efectivos y de planificación para mantener la seguridad en determinadas zonas del país. El asesinato de los dos guardias civiles en Barbate, de la misma manera que ocurrió en Andorra cuando Igor el Ruso mató a otros dos agentes de la Benemérita y a un ganadero en 2017, eleva y mucho la tensión que existe en distintos territorios por la falta de seguridad ciudadana. Es un hecho evidente que la lucha contra el narcotráfico ha avanzado mucho en España hasta el punto que los malos se han tenido que buscar otras rutas y otros puertos para realizar su actividad ilícita. Pero no es suficiente. Ahí hacen falta muchos más medios, materiales y humanos, de la misma manera que desde hace lo menos diez años hay un problema de falta de efectivos y planificación en el medio rural y eso afecta cada vez con más intensidad a nuestra comunidad. Los datos apuntan que hay 258 vacantes en la Guardia Civil y 222 en la Policía Nacional en Aragón.

Esto genera un evidente problema de inseguridad, pero sobre todo causa una sensación de falta de seguridad que favorece la realización de delitos en los municipios. Es muy llamativo que esta misma semana alrededor de 70 alcaldes de la provincia de Huesca asistieran a una charla con el delegado del Gobierno en la que manifestaran abiertamente que en sus municipios los habitantes se sientes desprotegidos. E incluso, una veintena de pueblos de la provincial altoaragonesa ya tienen instalados sistemas de videovigilancia, algo también muy habitual en otros pueblos de la geografía regional. Cada día se pide la colocación de más cámaras en Aragón.

Es un problema que el ministro debe resolver cuanto antes. No sé si la muerte de los dos guardias civiles en Cádiz es para que Marlaska dimita o no. Igual que el entonces ministro Juan Ignacio Zoido tampoco dimitió cuando la muerte de los agentes en Andorra. Pero sí que está muy claro que el titular de Interior suma un conflicto más a una serie de asuntos delicados que ha tenido encima de su mesa durante su mandato, el más longevo de un ministro del Interior en España: la tensión en la calle por la ley de amnistía, las competencias a policías autonómicas, la gestión migratoria, principalmente con el asalto a la valla de Melilla, la amenaza terrorista por el conflicto Israel-Hamás o los ceses de relevantes mandos de la Guardia Civil. Todo lo ha sorteado. Ahora toca la falta de medios humanos y materiales. Aragón tiene cuarteles, pero no pueden tener horario de apertura

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