La Historia no se puede borrar

Miguel Miranda

Miguel Miranda

El presidente Azcón, que lo es gracias a su pacto con Vox, ha liderado la derogación de la Ley de Memoria Democrática, una Ley que era ciertamente necesaria además de conciliadora y equilibrada. Las huestes PPVox del presidente Azcón, que según Mar Vaquero comparten «objetivos, valores y cualidades», se han puesto un pelín chulicos perpetrando este atropello que trae sobre Aragón la vergüenza de ser los primeros, aunque seguramente otras comunidades autónomas gobernadas por el mismo pacto PPVox, seguirán sus pasos. Los herederos (al menos ideológicamente, según confiesan ellos mismos exhibiendo sus símbolos, y en algunos casos herederos stricto sensu), quieren borrar la historia o que se olvide o que se reinscriba, porque en el fondo no deben sentirse tan orgullosos. Quieren borrar un golpe de estado contra la democracia, contra el estado de derecho y quieren borrar tantos asesinatos perpetrados incluso años después de acabar formalmente la guerra y quieren hacernos olvidar los cuarenta años de dictadura. Todo eso les molesta, como supongo que molesta a la Iglesia la Inquisición, a los estalinistas los crímenes de Stalin, o a Israel el genocidio que está cometiendo en Gaza y sobre el que algún día se les exigirá responsabilidades. Igual que a Putin. Ojalá algún día haya otro juicio de Núremberg en la Haya o donde sea, porque tanto crimen contra la población indefensa no puede quedar impune. Aquí sí que quedaron impunes en la transición y décadas después sacan pecho y vuelven a mentir. Los argumentos esgrimidos por los portavoces de la derecha son de parvulario. El ministro Torres les ha acusado, con razón, de hacer apología del franquismo y Nolasco, que de cultura democrática no anda muy sobrado, insulta al ministro como respuesta. Las derechas imponen su agenda contra la Historia y contra el sentido común. Han acabado con la Ley, pero no pueden borrar la historia ni acabar con la memoria.

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