Opinión | Sala de máquinas

Arte, espacio, tiempo

El Centro de Historias de Zaragoza celebra su veinteavo cumpleaños con algunas exposiciones y un ciclo de conferencias. La inaugural corrió a cargo del filósofo Luis Álvarez Falcón en torno a El espaciamiento del tiempo. Para ordenar su disertación, Álvarez Falcón se inspiró en el propio edificio del Centro de Historias, antiguo convento de San Agustín remodelado con magia por José María Ruiz de Temiño, con la inclusión de escultóricos murales y piezas ornamentales de Santiago Arranz. Dentro de este templo de la cultura, inspirado por su encanto, el filósofo invitó a los presentes a experimentar el arte como una pura sensación de conciencia, procediendo a crear un espacio propio sensibilizado por la experiencia artística. Siendo esa apelación a la conciencia intencional una de las herramientas básicas de la fenomenología, corriente en la que Álvarez Falcón, el más afrancesado de los filósofos españoles, es un destacado representante. Digo afrancesado porque al asentamiento de la corriente fenomenológica por parte de Husserl proseguiría su cultivo por Sartre, Merleau-Ponty, Levinas y otros ilustres pensadores de la escuela francesa.

En la interpretación de Álvarez Falcón, el tiempo y la historia, el espacio y el arte entran en estrecha relación con el fenómeno y con la intencionalidad de nuestra conciencia a la hora de percibirlo. La historia no será ya una sucesión de hechos, fechas o personajes, sino el conjunto de recuerdos, símbolos o elementos que la conciencia haya elegido para figurar de manera permanente en su memoria. Por este camino resultará más sencillo entender la simbología del arte, los significados de los relieves o «vacíos», de las sombras o «huecos» de las esculturas de Arranz, por mantener el ejemplo del que Álvarez Falcón se sirvió para demostrar que la «espacialización del tiempo» descansa sobe una peana de subjetividad. Sobre una construcción de nuestra voluntad espiritual tan sólida –dependiendo del fenómeno– o evanescente como esa sociedad líquida en la que acabará disolviéndose, como un náufrago en medio del mar, la tesis, pongamos por caso, de Bauman.

Una conferencia para recordar, la de Luis Álvarez Falcón, por su actualísima visión de los conceptos de la conciencia y del ser, y por su discurso vanguardista, pero troncal, estableciendo con la praxis de la palabra lo que debería entenderse hoy por filosofía.

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