Opinión | editorial

La trinchera de la Atención Primaria

La sanidad, en general, y los médicos, en particular, han sido y son uno de los principales activos de la sociedad. Los recursos humanos y materiales, así como la inversión en tecnología, la gestión y la planificación son aspectos vitales en un área que vertebra e iguala al conjunto de los ciudadanos. El estado de bienestar tiene en los servicios sanitarios uno de sus principales anclajes y así es entendido en sociedades desarrolladas como la aragonesa. Sin embargo, mantener la calidad de este servicio público no es sencillo, tal y como se puso de manifiesto durante y después de la pandemia del coronavirus. Durante esos años, las plantillas se vieron tensionadas como nunca antes y, de alguna forma, dejaron al descubierto las costuras de la sanidad. Desde entonces, este asunto se ha convertido en uno de los debates centrales de la política, tanto nacional como autonómica, y hoy todavía quedan mucho por hacer.

Pero si existe un dique de contención capaz de hacer frente a la presión asistencial, esa es la Atención Primaria, que en los últimos años no pasa por su mejor momento. Hoy, existen en Aragón 140 vacantes en esta área asistencial (80 corresponden a la Atención Continuada), una situación que llevó ayer al consejero de Sanidad, José Luis Bancalero, a solicitar, entre otras medidas, más plazas mir. Solo en 2023, los profesionales de medicina, enfermería y pediatría de Atención Primaria atendieron casi 10,5 millones de consultas en Aragón, lo que se traduce en que cada aragonés acudió a una consulta alrededor de 8 veces.

Las cifras evidencias la presión asistencial y la necesidad de dotar de más recursos humanos a la sanidad de primer nivel en Aragón, que cuenta con 1.375 médicos de familia, 1.466 enfermeras y 183 pediatras, además de administrativos, celadores y fisioterapeutas, entre otros profesionales. Estas cifras, sin embargo, son insuficientes, y el problema se agrava en el medio rural, donde existen zonas de muy difícil cobertura (el 30% de los centros de salud), a las que nadie quiere trasladarse, lo que provoca déficits en el servicio público. Fue esta situación la que llevó a la DGA ha plantear contratos de tres años e incentivos para los mir de familia que ocupen estas plazas vacantes.

El Día de la Atención Primaria, celebrado ayer, ha de servir de estímulo para poner el acento en una de las principales trincheras para hacer sostenible la sanidad. En los últimos años, han sido múltiples los mensajes que los responsables políticos e institucionales han lanzado para tratar de dar con la solución, pero esta no llega.

Quizá sea el momento, no solo de dotar de más recursos a la sanidad, sino también de dar argumentos a sus profesionales para poner en valor el servicio, no solo a través de unas retribuciones adecuadas sino también de su reconocimiento mediante medidas y mejoras que hagan posible ser atendidos y atender a los pacientes en las mejores condiciones.

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