Opinión

Santa Cristina de Somport

Junto al paso de Somport se encuentran los restos del que fue uno de los mayores hospitales de peregrinos de la cristiandad

Impulsado por el rey Alfonso II de Asturias, que lo utilizó como una forma de legitimar su discutido reinado (llegó a ser derrocado una vez y encerrado en un monasterio en otra ocasión), el Camino de Santiago creció muy rápidamente a lo largo del siglo IX al amparo de la monarquía astur. Se ve perfectamente en las importantes donaciones que los diferentes monarcas, y como imitación también los nobles, empezaron a realizar al sepulcro del apóstol Santiago el Mayor. Tal fue ese impulso que se le dio que menos de un siglo después de las primeras noticias de peregrinaciones ya hay constancia de la llegada de peregrinos allende los Pirineos, incluso de grandes personalidades de la Iglesia. De otra manera no se puede explicar su rápido crecimiento y que en muy poco tiempo la ruta jacobea y la propia Santiago de Compostela se convirtiera en uno de los principales centros de peregrinación de la cristiandad junto a Jerusalén y Roma.

Pero no sólo la monarquía asturiana utilizó esta ruta para sus propios intereses de legitimación y de búsqueda de recursos, y es que más tarde el rey Sancho Ramírez de Aragón hizo exactamente lo mismo. Durante su reinado, fue continua la búsqueda de nuevos recursos económicos y demográficos con los que hacer crecer al todavía pequeño y pobre reino aragonés, circunscrito a los valles del Pirineo y enfrentado a rivales poderosos y formidables como la taifa de Zaragoza, por entonces en su apogeo durante el reinado de al-Muqtádir. Por eso se siguieron fomentando las alianzas iniciadas por el padre del rey Sancho, es decir, Ramiro I, con los señores del norte de los Pirineos. También se concedió el fuero de Jaca, que convirtió esta pequeña villa en una verdadera urbe y centro político y económico del reino, ya que con los privilegios que se daban a los nuevos habitantes se consiguió atraer a numerosa población.

Pero, sin duda, otra de las alianzas clave del rey Sancho fue con la Iglesia y especialmente con el papado de Roma, que le apoyó en la cruzada para conquistar Barbastro en el año 1064 (aunque se perdió al año siguiente), y que se fortaleció aún más con el viaje del monarca hasta Roma donde fue coronado por el mismo papa. Incluso Sancho se proclamó como vasallo de los sucesores de San Pedro. Y unido a lo religioso, Sancho Ramírez, al igual que había hecho dos siglos antes Alfonso II de Asturias, también vio el Camino de Santiago como una oportunidad de crecimiento para el reino aragonés.

Por entonces, la ruta jacobea estaba más que consolidada en la segunda mitad del siglo XI y la recorrían miles de peregrinos provenientes de toda Europa. Surgieron multitud de rutas, pero para aquellas gentes que venían de más allá de los Pirineos, lo normal solía ser cruzar el Pirineo por Roncesvalles y continuar su ruta por el llamado Camino francés. Ese paso constante de peregrinos era muy atractivo, pues quien más quien menos necesitaba alimentarse, comprar enseres, ropa en algunos momentos, e incluso si viajaban en mulas o caballos también necesitaban alimentarlos, cambiar los herrajes, etc. Todo esto empezó a generar un importante negocio que atraía a mercaderes y artesanos que, por lo tanto, atraían y fijaban población, aumentaban el cobro de impuestos y, en definitiva, fortalecían al reino.

Por eso será Sancho Ramírez quien impulsó la creación de una ruta alternativa que atravesara los Pirineos por el paso de Somport, recorriera el reino de Aragón hacia el Camino francés, y dejara todo ese dinero en su reino en lugar de que fueran por el reino de Pamplona a través del paso de Roncesvalles. De hecho, no es ninguna casualidad que las primeras menciones conservadas de la presencia en el Monasterio de San Juan de la Peña del Santo Grial, hoy en la catedral de Valencia, estén fechadas precisamente en esos años. Y es que encontrar el que se decía que era el cáliz de la Última Cena, y en un monasterio espectacular, salido directamente de la roca, era un atractivo importante como para que los peregrinos optaran por la ruta aragonesa.

Pero también eran necesarios otros servicios, y por ello la monarquía aragonesa impulsó a través de cuantiosas donaciones la creación del hospital de peregrinos de Santa Cristina de Somport. Allí, los peregrinos tenían asegurado el refugio, sustento y cuidados en caso de haber enfermado durante el trayecto, convirtiéndose en una pieza clave para la atracción de peregrinos. Tanto que las constantes donaciones hicieron que con el tiempo se situara entre los tres hospitales de peregrinos más grandes de la cristiandad, según relata el Códice Calixtino. Todavía hoy se pueden visitar parte de sus restos, que a través del silencio de las rocas que lo conforman nos cuentan un pedazo más de la historia de los inicios del reino de Aragón y del Camino de Santiago.

Suscríbete para seguir leyendo