Opinión | EDITORIAL

Aragón y su fórmula para las zonas tensionadas

El Gobierno central se ha lanzado a plantar cara a la especulación en el mercado de la vivienda de alquiler en España y para ello plantea una ofensiva basada en la declaración previa de zonas tensionadas que permita poner límites al precio en lugares donde los propietarios han disparado el arrendamiento hasta hacerlo inasumible para muchos bolsillos. El problema es que esta apuesta estatal se tiene que ejecutar con la colaboración de unas comunidades autónomas que, pese a ser las que están sufriendo la falta de pisos para sus habitantes en zonas especialmente complicadas, e igual pasa en la costa mediterránea que en el Pirineo aragonés, no siempre comparten la eficacia de una medida con consecuencias todavía imprevistas.

Esta fórmula no va a ser posible en comunidades como Aragón, que va a desmarcarse y ya empieza a desvelar estos días que sus planes son otros para sus zonas tensionadas. En su caso, estas se encuentran fundamentalmente en los municipios más turísticos, muchos de ellos pegados al Pirineo y muy próximos al sector de la nieve. En ellos, el problema de la vivienda es serio: atraen a muchos trabajadores pero no tienen para ofrecerles un techo que les permita quedarse a vivir y no solo trabajar allí; tienen suelo para edificar pero su escasa población les impide tener suficientes recursos para promover la construcción; y tienen el atractivo y el potencial que otras zonas de España ya quisieran tener esa multitud de visitantes cada año. ¿Qué hacer si un pueblo puede tener más habitantes por el volumen de trabajadores que tiene pero no tiene casas que brindarles? Porque, generalmente, lo que ocurre es que hay mucha segunda residencia vacía muchos días del año y quienes se lanzan a ofrecerlas en alquiler ven más negocio en arrendarlas en temporada alta a precios desorbitados que doce meses a precios más modestos.

Ante eso, la DGA ha apostado por no intervenir limitando los precios del mercado, ha recurrido a la promoción de vivienda pública de alquiler y que sea el propio mercado el que se autorregule aumentando la oferta disponible. No es una fórmula nueva pero en los últimos años ha caído en desuso. Y tal vez resulte, o no, pero si ya lo hizo un día, ¿por qué no ahora? No se ha dejado tentar por el plan del Ejecutivo de Pedro Sánchez de que las comunidades declaren zonas tensionadas y limiten los precios a cambio de ayudas estatales. El objetivo de Madrid era tener alineados con Sánchez a los Ejecutivos territoriales pero lo va a tener complicado con las comunidades en las que gobierna el PP, que son una amplia mayoría en España, con o sin Vox. Porque la derecha siempre ha defendido la libertad del mercado y su capacidad de autorregularse en base a la oferta y la demanda, y porque esto de ir de la mano del PSOE sería un rara avis. Así que el tiempo será el que diga qué modelo es más efectivo.

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