Opinión | editorial

Aragón vive en una ‘nube’

El 22 de mayo de 2024 será recordado, con el paso del tiempo, como un nuevo hito en la historia económica de Aragón. La fecha viene a consagrar la irrupción de la comunidad en una nueva era tecnológica de la que será protagonista de primer orden después de que el Gobierno de Aragón y Amazon Web Services (AWS) anunciaran una inversión de 15.700 millones de euros en los próximos diez años (hasta 2033), que servirán para ampliar los tres centros de datos que la multinacional ya tiene en Villanueva de Gállego, El Burgo de Ebro y Huesca. A estas tres localizaciones se sumará una cuarta, en el polígono Empresarium de Zaragoza, de forma que la compañía desplegará su actividad a lo largo de 400 hectáreas del territorio aragonés (alrededor de 53 campos de fútbol). Se trata, en definitiva, de la mayor inversión que ha recibido la comunidad en toda su historia.

Dimensionar este anuncio en un primer momento no resulta sencillo, como tampoco lo fue anticipar lo que supuso la llegada de General Motors a Figueruelas, en 1982, o el aterrizaje de Inditex en la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza), en el año 2003. Solo el paso del tiempo es capaz de dar valor a este tipo de acontecimientos. El de ayer es, sin duda, un espaldarazo con mayúsculas a las aspiraciones de Aragón de convertirse en todo un referente tecnológico en España y el sur de Europa.

La comunidad se ha ganado a pulso una reputación que la sitúa como el paraíso de los centros de datos, no solo por la decisiva apuesta de AWS sino también por la de Microsoft y la de otras firmas que están por llegar. La disponibilidad de suelo en abundancia, su capacidad para impulsar y fomentar energías renovables que han de alimentar a estos búnkeres de la información del siglo XXI, y el acceso al agua han sido determinantes para que Aragón se adentre con fuerza en esta nueva dimensión. Si a eso se suman otros intangibles como la agilidad administrativa, la paz social y la existencia de capital humano de primer nivel, el resultado es el que ayer se vislumbró y que se traducirá en la creación de 6.800 empleos vinculados al sector tecnológico en la próxima década.

Pero esta macroinversión obliga a tomar decisiones ágiles y audaces para facilitar el tránsito hacia el mundo digital lo antes posible. El Gobierno de Aragón, las instituciones, las universidades y los agentes sociales han de ponerse a trabajar ya para dotar de profesionales a un ecosistema cambiante y disruptivo. Otro de los retos será lograr que esas inversiones puedan llegar también a las pymes aragonesas, que han de ser protagonistas de este cambio de ciclo. El tercero de los desafíos es que el resto de sectores productivos aceleren su transformación digital para elevar su competitividad. La última tarea será conservar y elevar la reputación que Aragón se ha ganado con trabajo y esfuerzo. Si todo eso se cumple, la comunidad habrá avanzado lo inimaginable.